miércoles, 19 de septiembre de 2012
Muere Carrillo, el secretarísimo
Muere Carrillo, el secretarísimo. Comienzan por un lado los elogios de un izquierda acrítica y borregil como la española, por otro la cantinela de la caverna neofascista sobre Paracuellos. ¡¡Como si los fascistas -apoyados por nazis- que cayeron allí hubieran tenido la intención de regalar golosinas y libros a los niños de la república!!
Murió Marx joven, de enfermedad y apátrida. Murió Lenin, joven, de enfermedad: al estrés y tomarse a pecho sus responsabilidades lo achacarían hoy en día los médicos. Murieron Luxemburg y Liebknecht, asesinados mientras planeaban una revolución. Murió Trotsky asesinado por los "suyos". Tal vez se alegrara de esto el secretarísimo desde un balneario rumano celebrándolo.
Murió el Ché en servicio internacionalista. Murió Lumumba asesinado por el stablishment porque realmente afectaba a sus planes para África. Murieron las 13 rosas mientras sus dirigentes políticos se dirigían a una cómoda vida en el exilio, rodeada de aduladores y círculos intelectuales, bohemia y buenos restaurantes.
Murió Carrillo, tranquilo, viendo las bondades de las transición que se le achaca: corrupción política a doquier, especulación como forma de economía oficial y destrucción del sector productivo, esclavismo laboral, mentalidad de consumo acrítica, circo monárquico con la nobleza putrefacta llenando los programas televisivos. Pérdida de soberanía, especialmente para las y los trabajadores.
Sobrevivió Carrillo a la guerra civil -y revolución a la que se opuso-, a la resistencia armada al franquismo -que no vio con sus ojos-, al exilio, guerra mundial y a la vuelta a un país aún en dictadura donde seguía muriendo gente ejecutada por disidencia política. Dio órdenes por las que muchos comunistas murieron en la guerra civil y en la resistencia antifranquista.
El secretarísimo no murió -ni un rasguño-, supo en todo momento acercarse al poder -de uno y otro lado del muro de Berlín- y guardarse para llegar a los 97 con sus cigarritos. Cuando un luchador por la justicia y la libertad sobrevive a tiempos tan convulsos y en tantos puntos geográficos, es momento adecuado para la sospecha. ¿Alguna vez estuvo en primera línea, o se trató de otro mandamás de despacho al estilo del padrecito Stalin? Eso de "a mostrarnos a cuerpo" no era para él. Era para la base.
Lo explicó Claudín, sin que su voz tenga ques ser sagrada sobre el tema. Pero aportó pruebas, contundentes, en sus libros. Se pueden contrastar.
Me queda una pregunta rondando por la cabeza que nunca podrá ser respondida, porque no se puede ver por dentro el corazón de otra persona. ¿Cómo vivió él, Carrillo, el final de su vida? ¿Consideraba esta sucesión de decisiones como fruto del error o tenía conciencia clara de la cantidad de cuerpos inertes que quedaron sobre su dirección política nefasta que solamente buscó su interés de grupo burocrático?
Los medios de comunicación de masas adoran hoy una trayectoria con claros y oscuros a la que, a pesar de todo y según ellos, hay que agradecer su foto con la corona y el capital. Las y los trabajadores de hoy seguirán luchando sin que la desaparión del secretarísimo afecte en nada a la relación de fuerzas en la nueva etapa de lucha de clases que se ha abierto en Europa y el mundo.
Fritz -der Spanier-
Berlín 19/09/2012
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miércoles, 3 de marzo de 2010
Dresden 13/02/2010: Los nazis no pasaron pero acechan en toda Europa. Un análisis en el contexto de crisis
Unmundoporganar.blogspot.com
Los nazis no se pasearon triunfales sobre el centro de Dresden, como vienen haciendo desde años atrás, utilizando la muerte de decenas de miles de personas bajo las bombas de los ejércitos aliados en la Segunda Guerra Mundial como elemento propagandístico y de revisión histórica.
Contexto
El objetivo para los neonazis era una demostración de fuerza. Y buenos motivos tenían para confiar en el éxito de su convocatoria. En un contexto de crisis, desempleo y desorientación de gran parte de las capas trabajadoras de la sociedad europea y alemana en particular, las organizaciones de la extrema derecha pretendrían una demostración de que son un elemento a tener en cuenta en el escenario político actual. Sus éxitos electorales en Alemania del Este, y los de organizaciones hermanas en países cercanos les hacen tener confianza en sus propias fuerzas.
A grandes rasgos: en Polonia se ha desarrollado la extrema derecha a la sombra de los gobiernos populistas de derecha de la última década. Han hecho del anticomunismo y el fanatismo católico sus principales bazas, y las agresiones a personas por motivos de orientación sexual se han disparado. En Hungría el número de gitanos asesinados a manos de camisas pardas fascistas se cuentan por decenas 1), además de disponer de fuerza suficiente de poner al gobierno socialdemócrata sobre las cuerdas y contar con rondas paramilitares de "seguridad ciudadana". En Austria también en eta década, la extrema derecha tiene resultados e influencia de gobierno. En el norte de Italia, el movimiento fascista, a ejemplo de Hungría, se atreve a organizar sus propios grupos paramilitares bajo la excusa de la "inseguridad ciudadana" y pone a los migrantes en el centro de la diana. La extrema derecha francesa no cede, y en Inglaterra han dado el campanazo con su entrada al parlamento europeo.
Con este panorama y una crisis económica y social que no cesa, el NPD -principal partido de extrema derecha alemana- se siente en su salsa, especialmente en la parte oriental del país (antigua Repúplica Democrática Alemana - DDR). Los gobiernos (SPD-Verdes, posteriores CDU-SPD y actual CDU-Liberales) de los últimos años se han dedicado a atacar de forma masiva el Estado social alemán. Aunque las condiciones para los trabajadores nativos siguen siendo mejores que en otros países, las condiciones de las prestaciones por desempleo han empeorado, y el ataque a servicios públicos es cada vez mayor. Es el caso por ejemplo de la educación. Además de planear nuevas reformas sobre el sistema sanitario y estar a debate reformas de impuestos beneficiosas para ricos y perjudiaciales para clases bajas.
Contexto
El objetivo para los neonazis era una demostración de fuerza. Y buenos motivos tenían para confiar en el éxito de su convocatoria. En un contexto de crisis, desempleo y desorientación de gran parte de las capas trabajadoras de la sociedad europea y alemana en particular, las organizaciones de la extrema derecha pretendrían una demostración de que son un elemento a tener en cuenta en el escenario político actual. Sus éxitos electorales en Alemania del Este, y los de organizaciones hermanas en países cercanos les hacen tener confianza en sus propias fuerzas.
A grandes rasgos: en Polonia se ha desarrollado la extrema derecha a la sombra de los gobiernos populistas de derecha de la última década. Han hecho del anticomunismo y el fanatismo católico sus principales bazas, y las agresiones a personas por motivos de orientación sexual se han disparado. En Hungría el número de gitanos asesinados a manos de camisas pardas fascistas se cuentan por decenas 1), además de disponer de fuerza suficiente de poner al gobierno socialdemócrata sobre las cuerdas y contar con rondas paramilitares de "seguridad ciudadana". En Austria también en eta década, la extrema derecha tiene resultados e influencia de gobierno. En el norte de Italia, el movimiento fascista, a ejemplo de Hungría, se atreve a organizar sus propios grupos paramilitares bajo la excusa de la "inseguridad ciudadana" y pone a los migrantes en el centro de la diana. La extrema derecha francesa no cede, y en Inglaterra han dado el campanazo con su entrada al parlamento europeo.
Con este panorama y una crisis económica y social que no cesa, el NPD -principal partido de extrema derecha alemana- se siente en su salsa, especialmente en la parte oriental del país (antigua Repúplica Democrática Alemana - DDR). Los gobiernos (SPD-Verdes, posteriores CDU-SPD y actual CDU-Liberales) de los últimos años se han dedicado a atacar de forma masiva el Estado social alemán. Aunque las condiciones para los trabajadores nativos siguen siendo mejores que en otros países, las condiciones de las prestaciones por desempleo han empeorado, y el ataque a servicios públicos es cada vez mayor. Es el caso por ejemplo de la educación. Además de planear nuevas reformas sobre el sistema sanitario y estar a debate reformas de impuestos beneficiosas para ricos y perjudiaciales para clases bajas.
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jueves, 25 de febrero de 2010
Soldado de USA en Irak: "Me di cuenta de que nosotros éramos los terroristas"
Asombroso discurso de un soldado norteamericano que luchó en Irak. Muy pedagógico. Se puede decir más alto pero no más claro. Cinco minutos profigiosos:
martes, 23 de febrero de 2010
Alemania: continúa tenaz el movimiento contra la guerra de Afganistán
El pasado 20 de febrero varios miles de personas se manifestaron por las calles del centro de Berlin. En contra de lo que consideran una guerra imperialista injustificable y, en particular, de la participación de soldados alemanes en la misma. La marcha contó también con la participación de personas de plataformas antiguerra venidas de diferentes ciudades.
Tras la realización de un mitin en la plaza de Bebel (frente al edificio principal de la Universdiad Humboldt, y donde los nazis realizaron la mayor quema de libros) se dirigieron en manifestación hacia el edificio del Bundestag. La sede del parlamento alemán donde este mismo jueves se realizará el debate sobre el envío de refuerzos militares en respuesta a la petición de Obama al esfuerzo adicional de guerra por parte de las fuerzas “aliadas” de la OTAN.
Si bien la presencia en la calle no es tan masiva como se debería corresponder con la popularidad de la campaña de rechazo a la guerra de Afganistán, el hecho indiscutible es que según todos los sondeos entre el 70 y el 80% de la población alemana se muestra contraria a la guerra y a la presencia de tropas alemanas en la zona de conflicto. Esta cuestión tomó relevancia especial en septiembre del pasado año, cuando en zona bajo mandato militar alemán, las tropas de la OTAN ejecutaron una masacre de más de 100 personas.
El evento provocó una amplia polémica en Alemania días antes de las elecciones legislativas. El partido de la Izquierda fue la única fuerza con presencia parlamentaria que mostró un rechazo claro a las políticas belicistas, a diferencia de las contradicción internas de verdes y socialdemócratas. Cuestión ésta, que además de posición rotunda contra los recortes sociales en los surbsidios por desempleo y otros, le valió un destacado reforzamiento electoral y su estabilización como fuerza política en la hasta el momento hostil zona occidental del país.
Dos meses después de las elecciones, en noviembre, tuvo lugar la dimisión del jefe del Estado mayor del Ejército alemán (Bundeswehr), Wolfgang Schneiderhan, por ocultación de información sobre los hechos. También se vieron obligados a dejar sus cargos, el secretario de Estado de Defensa, Peter Wicher y del ministro de Trabajo Franz Josef Jung, que el momento de la matanza realizaba las funciones de ministro de Defensa.
jueves, 21 de enero de 2010
Entre otras cosas, ¿qué pasa con la izquierda radical?
Pepe Gutiérrez-Álvarez / Kaosenlared
Para mí personalmente, esta ha sido una semana bastante dolorosa, amén de agitada. Dolorosa sobre todo por el nuevo desastre anunciado para el pueblo de Haití, uno de los Auschwitz del imperialismo norteamericano. Un motivo más para creer que hasta los radicales somos demasiados moderaos delante de las cosas que ocurren.
Además, acababa de enterarme del fallecimiento de uno de los amigos el aragoneses de la Fundación Andreu Nin, Manuel Benito, autor de una obra de campo de edición reciente, Orwell en las tierras de Aragón, con el que había tenido ocasión de debatir amistosamente en los Encuentros que la FAN organizó el año pasado en tierras de Huesca en una fraternal y hermosa colaboración con los compañeros republicanos de la zona, y me enteraba justo después de haber sido solicitado para presentar su libro el próximo 23-F en el Centro Aragonés de Barcelona, junto con Miquel Berga i Bagés…Inmediatamente después por e-mail me anunciaban el fallecimiento de Daniel Bensaïd, un espejo en el que nos hemos mirado muchos y muchos, sobe todo los que tuvimos en los mayos del 8 nuestra revolució. Uno se ha acostumbrado a asimilar sus penas y angustias lentamente, y no tengo la menor duda que este hecho nos quedará a muchos hasta el final. Se nos moría alguien muy cercano, y con mucha luz.
sábado, 7 de noviembre de 2009
El espectáculo de los 20 años de la "caída" del muro de Berlin es para esconder lo evidente: el fin de la historia era una mentira
unmundoporganar.blogspot.com
A Marco y Kyriakos, porque la buena
gente se cuece a fuego lento en las islas.
Tres han sido los temas centrales en los medios de comunicación alemanes después del proceso electoral del 27 de septiembre: los acuerdos para la conformación de un gobiern neoliberal CDU(CSU)-FPD, la venta de Opel a Magna, y la celebración de los 20 años de la desaparición del muro de Berlin. Si bien la tercera cuestión no carece de relavancia histórica, y la caída del muro supuso un acceso a ciertas libertades civiles para millones de personas que vivían bajo un sistema de control burocrático esclerotizado, la realidad es que este entusiasmo por el 20 aniversario ha sido artificialmente espoleado desde medios de comunicación e instituciones gubernamentales, y pretende algo más que celebrar: esconder.
La "Ostalgia", un fantasma recorre el este alemán. La extrema derecha también se hace fuerte ante la desesperación social
Esconder que un creciente descontento social que arrasa en la Alemania del este, donde tras la caída del muro muchas personas ganaron en libertades civiles individuales pero perdieron en derechos sociales -condición fundamental de la libertad y justicia real, y de la que tanto se olvidan los paladines del neoliberalismo. Se permitió a los burócratas mantener la posesión las empresas estatales del anterior régimen, enriquecerse y vender al mejor postor, destruyendo todo el sistema productivo y la riqueza colectiva acumulada en las pasadas dédacas a pesar de las deformaciones burocráticas de la RDA. Un ejemplo más de que cuando la elites pactan transiciones "por arriba", quien resulta perdedor siempre es el pueblo llano. La solución buscada por el gobierno occidental fue un trasvase financiero oeste-este, el mayor de la historia, en un intento de asimilar la economía de la ex-RDA a la de la RFA, pretendiendo crear un mercado libre unificado, de consumo e inversión privada. Se consiguió en términos relativos, pero a unos costes sociales aberrantes, y con una hipoteca de futuro que empieza a pasar recibo en la actulidad.
La apuesta de los últimos gobiernos por una economía neoliberal con unos servicios sociales debilitados para el conjunto del país, lejos de mejorar la situación social la empeora, y fomenta un sentimiento anti-este entre las clases bajas y medias de la Alemania occidental, que tienenden a culpar a los orientales de parte de los problemas económicos del país. Esta idología perversa de "separa y vencerás" ha sido programada desde las elites económicas y culturales, y han conseguido crear un imaginario del "Wessi" y "Ossy", términos políticamente incorrectos, pero muy usados y con fuertes connotaciones en el imaginario popular. Mientras se suele asociar a la idea de "Wessi" (ciudadano de la antigua RFA) las nociones de laborioso, dinámico y exitoso, por el otro lado tenemos asociadas a la idea del "Ossi" (ciudadano de la antigua RDA) las nociones de pasivo, vividor de los subsidios estatales, sin iniciativa... Nada más lejos de la realidad. Sencillamente, en las zonas del este hay más precariedad que las ciudades occidentales, menos oportunidades laborales y de promoción personal, y un futuro juvenil mucho más incierto. Eso ha producido en las últimas décadas una masiva migración juvenil y de mano de obra cualificada hacia el oeste, y un más rápido envejecimiento poblacional y ralentización ecomómica de las zonas orientales del país, lo que lógicamente las hace más dependientes de la intervención estatal. No es exagerado hablar de una ciudadanía de segunda categoría para los antiguos pobladores del la extinta RDA, absorvidos por la Alemania occidental como un mal menor, pero sin un intento real de integración en igualdad de condiciones, incluso con cierto desdén y desinterés por su acervo cultural e historia reciente propia.
Berlin es un lugar intermedio bastante ineresante en este curioso mapa de reunificación. Durante la época de separación de la guerra fría, ciudad de encuentro de gentes alternativas, artistas, antiguerra... Al ser ciudad en la que se podía escapar de la obligación de realizar el servicio militar propio de la RFA, pero sin interés para las centrales actividades económicas por estar rodeada georáficamente por la RDA.
Situada en el centro de la separación simbólica actual, se presenta capital política y cultural pero no de la realidad económica productiva y financiera (que se distribuyen entre Munich, Stuttgart, Francfurt, Hamburgo, y algunas otras ciudades del sur y oeste). Con un ayuntamiento en bancarrota ("Berlin es pobre pero sexy" dijo su alcalde), una precariedad juvenil y migrante galopante, con un nivel de desempleo reconicido oficialmente mucho mayor que en las otras grandes ciudades alemanas, y una tasa de trabajo sumergido no reconocida que se cifra extraoficialmente en el 30 % de la actividad laboral, cualquier derecho laboral teórico sucumbe ante la situación de facto en numerosos sectores económicos propios de las capas sociales más débiles, agudizando su precariedad vital.
Ante esta situación narrada en los párrafos anteriores, en su traducción política, no es de extrañar el éxito del antiguo PDS y actual Die Linke (La Izquierda) en los Bundeslaender (Estados-región) del este del país, sin más pretensiones aparentes que gestionar la miseria en coaliciones con el SPD (socialdemocracia), buscando la situación menos mala, pero sin una alternativa clara al modelo económico imperante. Pero también hay que atender a la fuerza emergente de la extrema derecha, que aprovecha la frustración -y desorganización- social creciente para intriducrise no solamente en instituciones (parlamentos regionales y ayuntamientos) sino en las calles, siendo ya peligroso en determinadas ciudades y pueblos caminar tranquilamente por la calle si se pertenece determinados sectores sociales "minoritarios". Y consiguiendo hacerse fuerte en lo que ya se consideran feudos propios, y desde ahí lanzarse a dar soporte logístico a encuentros y movilizaciones de extrema derecha a escala europea, como ocurre en Dresden con la marcha a mediodos de febrero en un homenaje neonazi a los caídos al final de la guerra mundial.
Después del muro de Berlin ¿El fin de la historia? No, solamente el comienzo del segundo capítulo
Quienes se apuntaron de forma oportunista al lema del fin de la historia en tanto lucha de clases propuganado por Fukujama no podían estar más equivocados. Esta campaña propagandística de edulcoración y depurado de la memoria histórica que se desarrolla con ocasión del 20 aniversario de la caída del muro no pretende más que ocultar las problemáticas actuales, y añadir una dosis de droga colectiva extra para ignorar durante algo más de tiempo las consecuncias de una crisis económica que han intentado ser puestas debajo de la alfombra durante la campaña electoral. Nada que comparar con los países del sur europeo, pero cada vez más familias de clase media empiezan a reducir sus aspiraciones consumistas y la contradicciones sociales empiezan a funcionar por debajo de una calma total aparente. Y en un nivel más profundo y estratégico, intenta conseguir que entre la juventud pese como una losa la idea que todos los intentos de alternativa al sistema dominante acabaron en fracaso... Pero la partera de la historia es tozuda, y empieza a asomar por la esquina de nuevo... y en adelante no va a resultar fácil esconder mediante meras campañas propagandísticas que la realidad cotidiana de millones de personas está cambiando a peor.
Los poderosos de hoy tienen miedo de de un pasado que fue destruido, reprimido, pero nunca superado. Porque el capitalismo en su forma neoliberal que sufrimos hoy es la misma causa que llevó a producirse las revoluciones socialistas pasadas, aunque estas fracasaran en sus estrategias y chocaran con grandes traiciones y contradicciones internas que las arrojaron al fracaso. Pero los motivos siguen vigentes, esta crisis capitalista lo recuerda, y el fenómeno de la ostalgia (juego de palabras: nostalgia de derechos sociales -pocos pero seguros- de la Alemania del este, RDA) en la alemania oriental no es sino una muestra de lo que está por venir. El horizonte de la historia se abre de nuevo en Europa, después de 20 años de totalitarismo neoliberal disfrazado de libertad individualista y consumista, al redoble de unos medios de comunicación que ya no comunican sino que desinforman y trabajan codo con codo junto a los grande intereses privados para si perpetuación. Llegan las contradicciones reales de un sistema económico insostenible en el tiempo, destructor de vidas humanas y naturaleza. Vientos frescos del sur vienen de Latinoamérica para recordarnos que vivimos en un mundo más internacionalizado que nunca antes, y que la necesidad de cambio es global.
Cuando las elites políticas y mediáticas de los países ricos se conjuran en llenar los telediarios no solamente de fútbol, sino también de spots publicitarios sobre el 20 aniversario de la caída del muro de Berlin, no lo hacen en rechazo al estalinismo (que les vino bien al fin y cabo, con la división del mundo en áreas de influencia) ni en defensa de las libertades y la justicia. Lo hacen para intentar enterrar la memoria de los logros de la Revolución de Octubre, y de la lucha de los movimientos obreros que durante dos siglos mantuvo a la elites europas en vilo. Lo hacen para extender el desánimo, llamar a la desmovilización social y repetir de forma más azucarada aquello que la Thatcher decía con voz metálica "There is not alternative" (TINA). Lo repiten como si de un mantra se tratara, de diferentes formas y en distintos tonos... tienen miedo.
Saben que la historia del capitalismo en su fase neoliberal solamente tiene una final posible, muy bien simbolizado en la escena inicial de película La haine: "Cuando un tipo está cayendo desde la azotea piensa -por ahora todo va bien, por ahora todo va bien- pero llegará el momento en que llegue al suelo y eso es lo peor".
Saben que los que nada tienen que perder, que comienzan a ser cada vez más, pueden dar sorpresas. Tienen miedo, y contra eso que temen usan la propaganda masiva.
Los muros de la vergüenza alrededor del mundo... ¿Por qué se olvidan de ellos y los silencian? Quedan muchos otros por derribar y un mundo por cambiar
Si decimos arriba que esta conjuración no se realiza en nombre de las libertades y la justicia, es porque estos mismos políticos, medios de comunicación e intelectuales que hablan con una boca muy grande exclusivamente de la caída del muro de Berlin como un problema único e incomparable del pasado, se olvidan conscientemente de traer la cuestión al presente y de realizar comparaciones que son obligatorias al hablar de muros políticos en el mundo actual.
¿Cómo al hablar del muro de Berlin y olvidarse al mismo tiempo del muro de la vergüenza que destruye al publo palestino? ¿Y el muro que bloquea a los migrantes mexicanos en camino al "libre" mercado laboral estadounidense que al mismo tiempo se permite vender sus productos en México y toda la región? ¿Y el muro de Europa en su forma de sistema Frontex de control de fornteras y centros de internamiento (Guantánamos) para migrantes que buscan escapar de la miseria de países esquilmados por los intereses de esas potencias económicas que los rechazan? ¿Y los nuevos muros como los de Ostrovany en Eslovaquia o los campos italianos para gitanos? Estos son los muros del silencio. Construidos contra trabajadores migrantes y minorías étnicas. Muros de policias contra protestas de trabajadores y parados que empiezan a arreciar en diferentes países. Muros constriudos para destruir pueblos enteros, como en Palestina o el Sáhara occidental.
Son los muros de la mentira oficial. Los muros construidos por los ministerios de defensa cuando deberían llamarse ministerios de ataque, los llamados medios de comunicación cuando se les debería llamar de incomunicación. Para hablar de liberalismo y la supuesta libertad que ofrece este sistema, hace falta ignorar y esconder esos muros, olvidarlos. Esos muros que muestran la contradicción flagrante entre la libertad de movimiento de mercancias y la restricción de moviento de personas. El capitalismo necesita de fuertes muros en su práctica cotidiana; los acuerdos de liberalización económica en el marco de la Organización Mundial del Comercio solamente han servido para privatizar y hundir la calidad de los servicios públicos, y solamente han necesitado como contrapartida que la sombra de la crisis asomara un poco para que los diferentes gobiernos reaccionaran de forma proteccionista con sus propios mercados, poniendo más muros a los productos de países empobrecidos.
Está claro que detrás detrás de la épica y absolutización del muro de Berlin está el intento de hacer mirar hacia otro lado, de no querer ver los otros muros sobre los que se sustenta el sistema capitalista victorioso, ese que prometía libertad y justicia a todos los pueblos del mundo. Y que para conseguir esas supuestas bondades no encuentra otra forma que construir barreras físicas y legales para expulsar a migrantes que escapan de miseria, invasiones de países y destrucción del madio ambiente para disponer de materias primas baratas para un mercado mundial de materias cada vez más competitivo. Este sistema necesita de muchos más muros, más grandes y crueles, que cualquier otro sistema que haya existido sobre el planeta.
Esto es lo que quieren escondernos dirigiendo todos los focos hacia un muro que ya no existe y cuya realidad actual se reduce a mero reclamo turístico. Reclamo el cual, que si todo los pedazos de muro que se venden en las tiendas del souvenirs berlinesas fueran verdaderos, debería haber sido tan largo como para rodear no solamente una ciudad sino un continente entero. Tal vez esta sea una buena metáfora de la crisis financiera que amenaza con llevarse todo por delante: se pretende vender todo lo más rápido posible, aunque no exista en realidad, y sin preucuparse por los métodos. Son vendedores de humo. Y para vender humo hace falta mucho espectáculo y propaganda.
La "Ostalgia", un fantasma recorre el este alemán. La extrema derecha también se hace fuerte ante la desesperación social
Esconder que un creciente descontento social que arrasa en la Alemania del este, donde tras la caída del muro muchas personas ganaron en libertades civiles individuales pero perdieron en derechos sociales -condición fundamental de la libertad y justicia real, y de la que tanto se olvidan los paladines del neoliberalismo. Se permitió a los burócratas mantener la posesión las empresas estatales del anterior régimen, enriquecerse y vender al mejor postor, destruyendo todo el sistema productivo y la riqueza colectiva acumulada en las pasadas dédacas a pesar de las deformaciones burocráticas de la RDA. Un ejemplo más de que cuando la elites pactan transiciones "por arriba", quien resulta perdedor siempre es el pueblo llano. La solución buscada por el gobierno occidental fue un trasvase financiero oeste-este, el mayor de la historia, en un intento de asimilar la economía de la ex-RDA a la de la RFA, pretendiendo crear un mercado libre unificado, de consumo e inversión privada. Se consiguió en términos relativos, pero a unos costes sociales aberrantes, y con una hipoteca de futuro que empieza a pasar recibo en la actulidad.
La apuesta de los últimos gobiernos por una economía neoliberal con unos servicios sociales debilitados para el conjunto del país, lejos de mejorar la situación social la empeora, y fomenta un sentimiento anti-este entre las clases bajas y medias de la Alemania occidental, que tienenden a culpar a los orientales de parte de los problemas económicos del país. Esta idología perversa de "separa y vencerás" ha sido programada desde las elites económicas y culturales, y han conseguido crear un imaginario del "Wessi" y "Ossy", términos políticamente incorrectos, pero muy usados y con fuertes connotaciones en el imaginario popular. Mientras se suele asociar a la idea de "Wessi" (ciudadano de la antigua RFA) las nociones de laborioso, dinámico y exitoso, por el otro lado tenemos asociadas a la idea del "Ossi" (ciudadano de la antigua RDA) las nociones de pasivo, vividor de los subsidios estatales, sin iniciativa... Nada más lejos de la realidad. Sencillamente, en las zonas del este hay más precariedad que las ciudades occidentales, menos oportunidades laborales y de promoción personal, y un futuro juvenil mucho más incierto. Eso ha producido en las últimas décadas una masiva migración juvenil y de mano de obra cualificada hacia el oeste, y un más rápido envejecimiento poblacional y ralentización ecomómica de las zonas orientales del país, lo que lógicamente las hace más dependientes de la intervención estatal. No es exagerado hablar de una ciudadanía de segunda categoría para los antiguos pobladores del la extinta RDA, absorvidos por la Alemania occidental como un mal menor, pero sin un intento real de integración en igualdad de condiciones, incluso con cierto desdén y desinterés por su acervo cultural e historia reciente propia.
Berlin es un lugar intermedio bastante ineresante en este curioso mapa de reunificación. Durante la época de separación de la guerra fría, ciudad de encuentro de gentes alternativas, artistas, antiguerra... Al ser ciudad en la que se podía escapar de la obligación de realizar el servicio militar propio de la RFA, pero sin interés para las centrales actividades económicas por estar rodeada georáficamente por la RDA.
Situada en el centro de la separación simbólica actual, se presenta capital política y cultural pero no de la realidad económica productiva y financiera (que se distribuyen entre Munich, Stuttgart, Francfurt, Hamburgo, y algunas otras ciudades del sur y oeste). Con un ayuntamiento en bancarrota ("Berlin es pobre pero sexy" dijo su alcalde), una precariedad juvenil y migrante galopante, con un nivel de desempleo reconicido oficialmente mucho mayor que en las otras grandes ciudades alemanas, y una tasa de trabajo sumergido no reconocida que se cifra extraoficialmente en el 30 % de la actividad laboral, cualquier derecho laboral teórico sucumbe ante la situación de facto en numerosos sectores económicos propios de las capas sociales más débiles, agudizando su precariedad vital.
Ante esta situación narrada en los párrafos anteriores, en su traducción política, no es de extrañar el éxito del antiguo PDS y actual Die Linke (La Izquierda) en los Bundeslaender (Estados-región) del este del país, sin más pretensiones aparentes que gestionar la miseria en coaliciones con el SPD (socialdemocracia), buscando la situación menos mala, pero sin una alternativa clara al modelo económico imperante. Pero también hay que atender a la fuerza emergente de la extrema derecha, que aprovecha la frustración -y desorganización- social creciente para intriducrise no solamente en instituciones (parlamentos regionales y ayuntamientos) sino en las calles, siendo ya peligroso en determinadas ciudades y pueblos caminar tranquilamente por la calle si se pertenece determinados sectores sociales "minoritarios". Y consiguiendo hacerse fuerte en lo que ya se consideran feudos propios, y desde ahí lanzarse a dar soporte logístico a encuentros y movilizaciones de extrema derecha a escala europea, como ocurre en Dresden con la marcha a mediodos de febrero en un homenaje neonazi a los caídos al final de la guerra mundial.
Después del muro de Berlin ¿El fin de la historia? No, solamente el comienzo del segundo capítulo
Quienes se apuntaron de forma oportunista al lema del fin de la historia en tanto lucha de clases propuganado por Fukujama no podían estar más equivocados. Esta campaña propagandística de edulcoración y depurado de la memoria histórica que se desarrolla con ocasión del 20 aniversario de la caída del muro no pretende más que ocultar las problemáticas actuales, y añadir una dosis de droga colectiva extra para ignorar durante algo más de tiempo las consecuncias de una crisis económica que han intentado ser puestas debajo de la alfombra durante la campaña electoral. Nada que comparar con los países del sur europeo, pero cada vez más familias de clase media empiezan a reducir sus aspiraciones consumistas y la contradicciones sociales empiezan a funcionar por debajo de una calma total aparente. Y en un nivel más profundo y estratégico, intenta conseguir que entre la juventud pese como una losa la idea que todos los intentos de alternativa al sistema dominante acabaron en fracaso... Pero la partera de la historia es tozuda, y empieza a asomar por la esquina de nuevo... y en adelante no va a resultar fácil esconder mediante meras campañas propagandísticas que la realidad cotidiana de millones de personas está cambiando a peor.
Los poderosos de hoy tienen miedo de de un pasado que fue destruido, reprimido, pero nunca superado. Porque el capitalismo en su forma neoliberal que sufrimos hoy es la misma causa que llevó a producirse las revoluciones socialistas pasadas, aunque estas fracasaran en sus estrategias y chocaran con grandes traiciones y contradicciones internas que las arrojaron al fracaso. Pero los motivos siguen vigentes, esta crisis capitalista lo recuerda, y el fenómeno de la ostalgia (juego de palabras: nostalgia de derechos sociales -pocos pero seguros- de la Alemania del este, RDA) en la alemania oriental no es sino una muestra de lo que está por venir. El horizonte de la historia se abre de nuevo en Europa, después de 20 años de totalitarismo neoliberal disfrazado de libertad individualista y consumista, al redoble de unos medios de comunicación que ya no comunican sino que desinforman y trabajan codo con codo junto a los grande intereses privados para si perpetuación. Llegan las contradicciones reales de un sistema económico insostenible en el tiempo, destructor de vidas humanas y naturaleza. Vientos frescos del sur vienen de Latinoamérica para recordarnos que vivimos en un mundo más internacionalizado que nunca antes, y que la necesidad de cambio es global.
Cuando las elites políticas y mediáticas de los países ricos se conjuran en llenar los telediarios no solamente de fútbol, sino también de spots publicitarios sobre el 20 aniversario de la caída del muro de Berlin, no lo hacen en rechazo al estalinismo (que les vino bien al fin y cabo, con la división del mundo en áreas de influencia) ni en defensa de las libertades y la justicia. Lo hacen para intentar enterrar la memoria de los logros de la Revolución de Octubre, y de la lucha de los movimientos obreros que durante dos siglos mantuvo a la elites europas en vilo. Lo hacen para extender el desánimo, llamar a la desmovilización social y repetir de forma más azucarada aquello que la Thatcher decía con voz metálica "There is not alternative" (TINA). Lo repiten como si de un mantra se tratara, de diferentes formas y en distintos tonos... tienen miedo.
Saben que la historia del capitalismo en su fase neoliberal solamente tiene una final posible, muy bien simbolizado en la escena inicial de película La haine: "Cuando un tipo está cayendo desde la azotea piensa -por ahora todo va bien, por ahora todo va bien- pero llegará el momento en que llegue al suelo y eso es lo peor".
Saben que los que nada tienen que perder, que comienzan a ser cada vez más, pueden dar sorpresas. Tienen miedo, y contra eso que temen usan la propaganda masiva.
Los muros de la vergüenza alrededor del mundo... ¿Por qué se olvidan de ellos y los silencian? Quedan muchos otros por derribar y un mundo por cambiar
Si decimos arriba que esta conjuración no se realiza en nombre de las libertades y la justicia, es porque estos mismos políticos, medios de comunicación e intelectuales que hablan con una boca muy grande exclusivamente de la caída del muro de Berlin como un problema único e incomparable del pasado, se olvidan conscientemente de traer la cuestión al presente y de realizar comparaciones que son obligatorias al hablar de muros políticos en el mundo actual.
¿Cómo al hablar del muro de Berlin y olvidarse al mismo tiempo del muro de la vergüenza que destruye al publo palestino? ¿Y el muro que bloquea a los migrantes mexicanos en camino al "libre" mercado laboral estadounidense que al mismo tiempo se permite vender sus productos en México y toda la región? ¿Y el muro de Europa en su forma de sistema Frontex de control de fornteras y centros de internamiento (Guantánamos) para migrantes que buscan escapar de la miseria de países esquilmados por los intereses de esas potencias económicas que los rechazan? ¿Y los nuevos muros como los de Ostrovany en Eslovaquia o los campos italianos para gitanos? Estos son los muros del silencio. Construidos contra trabajadores migrantes y minorías étnicas. Muros de policias contra protestas de trabajadores y parados que empiezan a arreciar en diferentes países. Muros constriudos para destruir pueblos enteros, como en Palestina o el Sáhara occidental.
Son los muros de la mentira oficial. Los muros construidos por los ministerios de defensa cuando deberían llamarse ministerios de ataque, los llamados medios de comunicación cuando se les debería llamar de incomunicación. Para hablar de liberalismo y la supuesta libertad que ofrece este sistema, hace falta ignorar y esconder esos muros, olvidarlos. Esos muros que muestran la contradicción flagrante entre la libertad de movimiento de mercancias y la restricción de moviento de personas. El capitalismo necesita de fuertes muros en su práctica cotidiana; los acuerdos de liberalización económica en el marco de la Organización Mundial del Comercio solamente han servido para privatizar y hundir la calidad de los servicios públicos, y solamente han necesitado como contrapartida que la sombra de la crisis asomara un poco para que los diferentes gobiernos reaccionaran de forma proteccionista con sus propios mercados, poniendo más muros a los productos de países empobrecidos.
Está claro que detrás detrás de la épica y absolutización del muro de Berlin está el intento de hacer mirar hacia otro lado, de no querer ver los otros muros sobre los que se sustenta el sistema capitalista victorioso, ese que prometía libertad y justicia a todos los pueblos del mundo. Y que para conseguir esas supuestas bondades no encuentra otra forma que construir barreras físicas y legales para expulsar a migrantes que escapan de miseria, invasiones de países y destrucción del madio ambiente para disponer de materias primas baratas para un mercado mundial de materias cada vez más competitivo. Este sistema necesita de muchos más muros, más grandes y crueles, que cualquier otro sistema que haya existido sobre el planeta.
Esto es lo que quieren escondernos dirigiendo todos los focos hacia un muro que ya no existe y cuya realidad actual se reduce a mero reclamo turístico. Reclamo el cual, que si todo los pedazos de muro que se venden en las tiendas del souvenirs berlinesas fueran verdaderos, debería haber sido tan largo como para rodear no solamente una ciudad sino un continente entero. Tal vez esta sea una buena metáfora de la crisis financiera que amenaza con llevarse todo por delante: se pretende vender todo lo más rápido posible, aunque no exista en realidad, y sin preucuparse por los métodos. Son vendedores de humo. Y para vender humo hace falta mucho espectáculo y propaganda.
domingo, 20 de septiembre de 2009
El Grupo Prisa 'bombardea' La Moncloa
Interesante artículo de investigación publicado en Público que pone al descubierto lo que ha supuesto el nefasto papel de lobby mediático de el grupo Prisa (El País) no solamente para gobiernos socialdemócratas. A la espera de que alguien se atreva escribir el libro sobre sus atrocidades en Latinoamérica como multinacional dispuesta a destruir cualquier gobierno prgresista que no se pliegue a sus intereses empreasiariales.
Público.esEl 22 de marzo de 2007, Jesús de Polanco, entonces presidente de Prisa, advirtió en una junta de accionistas de que el PP le daba "mucho miedo" e incluso puso en duda sus credenciales democráticas. Apenas medio año después, el 22 de septiembre, el diario El País, buque insignia de Prisa, cambió el foco del "miedo": "Un grupo de amigos de Zapatero encona el conflicto del fútbol", tituló en una pieza-advertencia a las puertas de las elecciones generales que generó gran revuelo entre políticos y periodistas.
El presidente del Gobierno era el mismo en marzo y en septiembre. Y el líder del PP, también. Pero en esos seis meses de 2007 cambiaron muchas cosas: Jesús de Polanco había muerto y su consejero delegado, Juan Luis Cebrián, se hizo con el mando de Prisa. Y el inminente nacimiento de Público, que se sumaba a la puesta en marcha de La Sexta y al control por parte de Mediapro de los derechos del fútbol, confirmaban la pujanza de un nuevo grupo que ponía fin al monopolio de Prisa como oferta progresista, indiscutido durante 30 años.
La larga luna de miel de El País con el PSOE, que hundía sus raíces en la Transición y que le valió entre sus competidores la etiqueta de "diario gubernamental" durante los gobiernos de Felipe González, amenazaba ya entonces con saltar por los aires.
Y ha estallado esta semana con la intensidad de un tsunami, coincidiendo con la votación parlamentaria del jueves que aprobó el decreto-ley que autoriza la TDT de pago. Por esta vía emite Gol TV (cuyos promotores son accionistas de Público), que competirá con Digital +, la plataforma que Prisa ha puesto en venta para tratar de reducir su deuda financiera.
La llegada del tsunami lo anunció el propio Cebrián en agosto en El País, tras el visto bueno del Gobierno al decreto-ley, en un artículo en el que exigía la movilización de "todo demócrata que se precie de serlo" en contra del "autoritarismo" de Zapatero. Y las olas arrancaron con el suplemento Negocios del 6 de septiembre, cuya virulencia contra el Gobierno dejó atónito incluso a The New York Times, el diario que El País siempre ha tenido como espejo, que dedicó a la "extraña ruptura" un artículo que relacionaba el cisma con la TDT de pago.
"En la pendiente"
Desde entonces, El País se ha destacado a diario en contra de Zapatero. La víspera de la votación, el editorial, titulado "En la pendiente" y de gran dureza contra el Gobierno, arrancó excepcionalmente en portada y se completó al día siguiente con una segunda parte de tono menor.
"Nunca habíamos imaginado una campaña tan salvaje de El País, que mucha de nuestra gente tenía como su periódico", explica un veterano dirigente que ha ocupado cargos de responsabilidad en el partido y el Gobierno. Y añade: "Todo el mundo se da cuenta de que el motivo es la TDT".
La sintonía entre Prisa y el PSOE data de la Transición, cuando el PSOE emergió como referente de la izquierda y El País se convirtió en líder. Y se consolidó en 1983, cuando Polanco logró aplastar los motines conservadores de accionistas arremolinados en torno al notario Antonio García Trevijano.
La fraternidad fue temprana, como señalan María Cruz Seoane y Susana Sueiro en Una historia de El País y del grupo Prisa (Plaza & Janés, 2004), asumida por el grupo como relato oficial: "Las simpatías por el PSOE, que tanto iban a dar que hablar en el futuro, se mostraron tempranamente, y muy claramente a partir de las elecciones de 1977".
Y agregan: "Desde luego, la identificación de El País es con González, nunca con el sector crítico", como tuvieron ocasión de comprobar a lo largo de los años desde Pablo Castellano a Alfonso Guerra, pasando por Josep Borrell. Y ahora, Zapatero.
Las relaciones han tenido altibajos como cuando Cebrián coqueteó en 1980 con la posibilidad de importar de Italia el Partido Radical, o con el pulso con el ministro del Interior José Barrionuevo, pero la complicidad se asumió por ambas partes durante más de 30 años. En este periodo, el núcleo de El País se convirtió en el gran holding de la comunicación en España en un proceso que muchos competidores consideran imposible sin los sucesivos cambios normativos impulsados por gobiernos socialistas.
Uno de los últimos gestos de González antes de perder el poder, extenuado, en 1996, fue aprobar dos días antes de las elecciones el pacto de Prisa y Telefónica que despejaba el camino a la televisión por cable. El acuerdo provocó una gran polvareda en medios rivales, indignados ante el "favoritismo" respecto a Prisa, a lo que Cebrián contestó: "Comprendo que a nuestros competidores no les gusta que crezcamos y nos desarrollemos; lo que no comprendo es que utilicen la desinformación, la manipulación, la agresión o la calumnia como sistema para competir".
Antes de esas elecciones, cuando el PSOE se hundía asediado por escándalos y su derrota se daba por segura, El País dio un paso al frente para evitar que le arrastrara la marea: publicó un editorial en portada, "Final de etapa", que algunos analistas comparan ahora con el editorial del pasado miércoles: "¿Cuándo y cómo se va a cerrar esta etapa de más de dos lustros de gobierno socialista, cuya agonía parece inevitable y amenaza convertirse ya en la agonía de todos?", se preguntaba el diario en 1995.
En aquellos años de declive socialista se postularon en el periódico candidatos para afrontar mejor un eventual Gobierno del PP. Y tras la victoria de José María Aznar se llevó a cabo una reunión al máximo nivel, en la sede central de Prisa y justo antes de la investidura, para tantear las condiciones para al menos la coexistencia pacífica. El PP exigió una fidelidad equivalente a la del Abc, pero Prisa lo consideró un suicidio: se rompió la baraja y se inició el enfrentamiento sin cuartel que tuvo como eje el negocio de la televisión digital.
Pese a la guerra en todos los frentes periodístico, judicial, económico los puentes nunca se rompieron del todo y el grupo mantuvo relaciones privilegiadas con el PP a través de Rodrigo Rato, Alberto Ruiz Gallardón o Pío Cabanillas mientras volaban los obuses.
El desencuentro con el PP entrelazó de nuevo a Prisa y el PSOE. Como recuerdan Seoane y Sueiro, "declarada la guerra entre el Gobierno y Prisa estaba claro que al primer partido de la oposición, aunque no hubiera habido razones de afinidad o, según sus encarnizados enemigos, de turbios intereses, le correspondía aliarse con el segundo. Desde luego que lo hizo. El PSOE tomó como causa propia todas las de Sogecable".
Tras perder el poder, destacados felipistas fueron desembarcando en Prisa como directivos o asesores: Jorge Semprún, Enrique Balmaseda, Carlos Solchaga, Miguel Gil, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Miguel Satrústegui... En algún caso el fichaje fue inmediato: en marzo, Gil era secretario general de la Oficina del Portavoz del Gobierno que acababa de allanar a Prisa el camino a la televisión por cable. Antes del verano ya estaba en Prisa.
Sin embargo, los felipistas perdieron el control del partido primero, con el triunfo de Borrell en primarias y luego con la elección de Zapatero tras el fiasco electoral de Joaquín Almunia, el delfín de González, con lo que el regreso del PSOE al poder, en 2004, no fue una mera vuelta al pasado en las relaciones entre el Gobierno y Prisa. Quedó confirmado en 2008, cuando Zapatero declinó las dos propuestas que Cebrián le hizo llegar a través de intermediario para el puesto de secretario de Estado de Comunicación. "Prisa no me va a hacer el Gobierno", comentó a sus íntimos. Nunca hubo química y Cebrián siempre menospreció a "este chico de León".
Peticiones atendidas
El nuevo presidente emprendió su camino sin la tutela de González, lo que le generó antipatías entre la vieja guardia tan próxima a Prisa. Pero Zapatero atendió muchas peticiones de la empresa: rebajó el IVA cultural, modificó la ley para impedir la ejecución de la sentencia del Supremo que anulaba la absorción de Antena 3 y autorizó a Canal + a emitir también en abierto, lo que dio origen a Cuatro.
El problema surgió cuando el Gobierno dio también luz verde a La Sexta, algunos de cuyos accionistas son propietarios de Público, que a su vez se hicieron con los derechos del fútbol. El surgimiento de la competencia en el campo mediático progresista coincidió con las dificultades económicas de Prisa, insólitas en la historia de la empresa y acentuadas por la opa para adquirir el 100% de Sogecable: la deuda financiera supera los 5.000 millones. En opinión de Prisa, el nacimiento del nuevo grupo era imposible sin la aquiescencia de Zapatero.
En su última gran comparecencia pública, ante la junta de accionistas de Prisa en 2007, Polanco se refirió al Gobierno y al PSOE en estos términos: "Haremos críticas de A, B, C y D de lo que está haciendo este Gobierno. Yo soy el primero en decirlas". Pero inmediatamente aclaraba: "[En España] tenemos un partido de izquierdas, absolutamente democrático, que funciona. Tendrá sus aciertos, tendrá sus errores. () Pero si estos señores [el PP] recuperaran el poder van a venir con unas ganas de revancha que a mí, personalmente, me da mucho miedo".
Polanco había demostrado durante décadas sus dotes de negociador y su olfato para alcanzar pactos en beneficio de Prisa. En 2002, por ejemplo, El País aplaudió el golpe contra Hugo Chávez ("Golpe a un caudillo", tituló su editorial), pero en 2005 Alfaguara (editorial de Prisa) vendió al Gobierno de Chávez un millón de ejemplares de El Quijote tras aceptar cambiar el prólogo de Mario Vargas Llosa por otro de José Saramago. Y en 2003 aupó a la presidencia de Sogecable a Rodolfo Martín Villa, ex ministro franquista muy cercano a Aznar.
Polanco falleció el 21 de julio de 2007, en un momento delicado para Prisa, tanto financieramente como en la relación con el PSOE. Y fue precisamente en el acto convocado para homenajearle, el 20 de septiembre, cuando González alertó del peligro del "fuego amigo" entre socialistas, Prisa y el grupo en el que participa Mediapro, que iba a lanzar Público el 26 del mismo mes y que ya contaba con los derechos del fútbol.
Dos días después, El País daba su versión del "fuego amigo" en un artículo que arremetía contra sus competidores, algunos de los cuales procedían de Prisa y que Cebrián bautizaría como "brujos visitadores de La Moncloa". El artículo les acusaba de ser "un grupo de amigos de Zapatero" e incluso de jugar juntos al baloncesto.
El mismo día del homenaje a Polanco, Zapatero se había reunido con el nuevo presidente de Prisa, su hijo Ignacio, en una comida de la que ambos salieron satisfechos. Pero el poder en Prisa se iba a concentrar en Cebrián. Y este no había sido invitado.
"Brujos visitadores"
Los avisos a los "brujos visitadores" fueron constantes antes de las elecciones de 2008, sobre todo contra Miguel Barroso, el primer secretario de Comunicación de Zapatero, al que Prisa acusó de favorecer la reforma que dio origen a La Sexta, la misma que permitió la existencia de Cuatro. En aquellos meses, el periódico situó en el punto de mira a Carme Chacón, compañera de Barroso, quien en septiembre de 2007 remitió al periódico una carta desde el "estupor" que acababa así: "Mantengo mi confianza en que su periódico (que también es el mío desde hace mucho tiempo) subsane unos errores tan voluminosos como innecesarios".
Dos meses después, El País acusaba directamente a Barroso de tener vínculos con socios de La Sexta e insinuaba que había vulnerado la ley para favorecerla. El desmentido de Barroso no se publicó hasta el 21 de marzo y sólo tras la orden de un juez, que obligó a El País a rectificar en primera página. Prisa también se ha visto obligada por orden judicial a rectificar una quincena de sus informaciones sobre Mediapro o La Sexta.
Tras la tregua electoral y la reelección de Zapatero, la desconfianza mutua se agravó, en la misma medida en que la deuda de Prisa se desbocaba y el valor de su principal activo en venta Sogecable depende de disponer de los derechos del fútbol en exclusiva. Por esto, Cebrián respondió a la decisión del Gobierno de autorizar la TDT de pago para todos los operadores y en línea con los países de la UE con la amenaza de apretar el botón nuclear.
Y lo apretó. Sin embargo, el Parlamento aprobó el decreto-ley exactamente como estaba previsto. La bomba ha acabado con una época en que, en palabras del fallecido periodista Juan Tomás de Salas, "El País manda omnímodamente en el Gobierno [socialista] y el país". El Parlamento y La Moncloa han resultado indemnes al estallido. Gran Vía aún no ha emitido su parte.
http://www.publico.es/televisionygente/253490/grupo/prisa/bombardea/moncloa
martes, 4 de agosto de 2009
Golpistas hondureños asesinan a otro profesor
La dicatadura hondureña sigue asesinando. Pero para la CNN y El PAÍS esto no es noticia destacable y siguen mientras con su campaña de acoso y derribo contra gobiernos progresistas de la región, a base de noticias manipuladas y desinformación programada. Continúan con ese tipo de periodismo que es propio del Macartismo y no de la etapa www
Golpistas hondureños asesinan a otro profesor
El la quinta víctima de golpe de estado en Honduras. Martín Florencio Rivera Barrientos fue asesinado de 25 puñaladas cuando retornaba del velorio del maestro asesinado, Roger Vallejo.
YVKE Mundial. El la quinta víctima de golpe de estado en Honduras. Martín Florencio Rivera Barrientos fue asesinado de 25 puñaladas cuando retornaba del velorio del maestro asesinado, Roger Vallejo.
Otro profesor fue asesinado este domingo en Honduras, cuando retornaba a su casa en esta capital tras asistir al velorio del docente Róger Vallejo, muerto de un disparo en la cabeza el jueves pasado.
Dirigentes de los gremios magisteriales identificaron a la víctima como Martín Florencio Rivera Barrientos, asesinado de 25 puñaladas a las 03:00 hora local, de acuerdo con los primeros informes obtenidos por los docentes.
Milton Bardales afirmó que los únicos enemigos de Rivera Barrientos son el presidente del gobierno de facto, Roberto Micheletti, y el jefe de las fuerzas armadas, general Romeo Vázquez, autores del golpe militar del 28 de junio pasado.
Se trata de una campaña de intimidación contra el magisterio, el gremio más grande y organizado del país, apuntó.
Subrayó que a pesar de la represión y los asesinatos, los golpistas no podrán detener la lucha popular por rescatar el Estado de Derecho y la restitución del presidente constitucional, Manuel Zelaya.
Vallejo falleció a consecuencia de la grave herida de bala sufrida en la cabeza, durante un ataque de fuerzas del ejército y la policía antimotines contra una marcha popular en la salida norte de Tegucigalpa.
Bardales denunció también maltratos a docentes y otras personas arrestadas el jueves y viernes pasado, en las ciudades de Comayagua y Santa Rosa de Copán, durante la represión a demostraciones populares antigolpistas.
La política de represión se ha instalado en Honduras desde el pasado 28 de junio, fecha en la que se instaló en el poder un régimen dictatorial encabezado por Robeto Micheletti.
HONDURAS: Continúa resistencia pacífica
PLTegucigalpa, 2 ago (PL) El Frente Nacional contra el golpe de Estado de Honduras analizará hoy sus estrategias de lucha para la recuperación del orden constitucional, anunciaron sus dirigentes.
El coordinador general de ese bloque popular, Juan Barahona, precisó que con ese propósito se efectuará una asamblea de la dirigencia con las bases en la sede del Sindicato de Trabajadores de Bebidas y Similares (STIBYS).
Mientras, en la ciudad de San Pedro Sula, 250 kilómetros al norte, se efectuará un espectáculo político-cultural de los artistas del Frente para acompañar la resistencia popular contra la asonada golpista del 28 de junio pasado.
Una actividad similar tuvo lugar ayer en el parque central del sector histórico de la capital, donde decenas de artistas de diversas expresiones expresaron su compromiso con las luchas de la población.
Barahona aseguró que el primer objetivo de la resistencia es lograr el regreso a su cargo del presidente elegido por el pueblo, Manuel Zelaya, derrocado por los militares el pasado 28 de junio.
Apuntó que luego el movimiento popular buscará la convocatoria a una asamblea nacional constituyente, que elabore una carta magna para lograr una democracia realmente participativa y con equidad social.
El pueblo se mantiene en lucha por la liberación definitiva de nuestra patria, que nos libere de este régimen golpista y oligárquico, dijo.
Según el líder sindical, las fuerzas armadas y los empresarios se encuentran desesperados por la persistente lucha de la población, mientras crece la condena de la comunidad mundial al golpe de Estado.
La victoria se acerca y será para el pueblo, la derrota será para los oligarcas que hoy oprimen a nuestro pueblo, subrayó.
Las movilizaciones populares por el rescate del orden constitucional comenzaron apenas conocidas las primeras informaciones sobre la asonada y este domingo cumplen 36 jornadas consecutivas.
YVKE Mundial. El la quinta víctima de golpe de estado en Honduras. Martín Florencio Rivera Barrientos fue asesinado de 25 puñaladas cuando retornaba del velorio del maestro asesinado, Roger Vallejo.
Otro profesor fue asesinado este domingo en Honduras, cuando retornaba a su casa en esta capital tras asistir al velorio del docente Róger Vallejo, muerto de un disparo en la cabeza el jueves pasado.
Dirigentes de los gremios magisteriales identificaron a la víctima como Martín Florencio Rivera Barrientos, asesinado de 25 puñaladas a las 03:00 hora local, de acuerdo con los primeros informes obtenidos por los docentes.
Milton Bardales afirmó que los únicos enemigos de Rivera Barrientos son el presidente del gobierno de facto, Roberto Micheletti, y el jefe de las fuerzas armadas, general Romeo Vázquez, autores del golpe militar del 28 de junio pasado.
Se trata de una campaña de intimidación contra el magisterio, el gremio más grande y organizado del país, apuntó.
Subrayó que a pesar de la represión y los asesinatos, los golpistas no podrán detener la lucha popular por rescatar el Estado de Derecho y la restitución del presidente constitucional, Manuel Zelaya.
Vallejo falleció a consecuencia de la grave herida de bala sufrida en la cabeza, durante un ataque de fuerzas del ejército y la policía antimotines contra una marcha popular en la salida norte de Tegucigalpa.
Bardales denunció también maltratos a docentes y otras personas arrestadas el jueves y viernes pasado, en las ciudades de Comayagua y Santa Rosa de Copán, durante la represión a demostraciones populares antigolpistas.
La política de represión se ha instalado en Honduras desde el pasado 28 de junio, fecha en la que se instaló en el poder un régimen dictatorial encabezado por Robeto Micheletti.
HONDURAS: Continúa resistencia pacífica
PLTegucigalpa, 2 ago (PL) El Frente Nacional contra el golpe de Estado de Honduras analizará hoy sus estrategias de lucha para la recuperación del orden constitucional, anunciaron sus dirigentes.
El coordinador general de ese bloque popular, Juan Barahona, precisó que con ese propósito se efectuará una asamblea de la dirigencia con las bases en la sede del Sindicato de Trabajadores de Bebidas y Similares (STIBYS).
Mientras, en la ciudad de San Pedro Sula, 250 kilómetros al norte, se efectuará un espectáculo político-cultural de los artistas del Frente para acompañar la resistencia popular contra la asonada golpista del 28 de junio pasado.
Una actividad similar tuvo lugar ayer en el parque central del sector histórico de la capital, donde decenas de artistas de diversas expresiones expresaron su compromiso con las luchas de la población.
Barahona aseguró que el primer objetivo de la resistencia es lograr el regreso a su cargo del presidente elegido por el pueblo, Manuel Zelaya, derrocado por los militares el pasado 28 de junio.
Apuntó que luego el movimiento popular buscará la convocatoria a una asamblea nacional constituyente, que elabore una carta magna para lograr una democracia realmente participativa y con equidad social.
El pueblo se mantiene en lucha por la liberación definitiva de nuestra patria, que nos libere de este régimen golpista y oligárquico, dijo.
Según el líder sindical, las fuerzas armadas y los empresarios se encuentran desesperados por la persistente lucha de la población, mientras crece la condena de la comunidad mundial al golpe de Estado.
La victoria se acerca y será para el pueblo, la derrota será para los oligarcas que hoy oprimen a nuestro pueblo, subrayó.
Las movilizaciones populares por el rescate del orden constitucional comenzaron apenas conocidas las primeras informaciones sobre la asonada y este domingo cumplen 36 jornadas consecutivas.
jueves, 12 de marzo de 2009
28 de marzo: ¡Tod@s a las calles, porque esta crisis no la vamos a pagar nosotr@s!
El pasado 14 de febrero, enamorad@s de la justicia social y repudiando que la crisis la continuemos pagando los sectores sociales más desprotegidos, tuvo lugar en el Ateneo de Madrid un encuentro que reunió en torno a un centenar de personas pertenecientes a diversos movimientos sociales y organizaciones sindicales, ecologistas, pacifistas, políticas, etc. Era la segunda cita de una iniciativa amplia lanzada en un primer momento por Attac, a la que se han sumado ya bastantes decenas de movimientos sociales y organizaciones alrededor del Estado español, tomando cuerpo ya una amplia red.
El objetivo, poner en común ideas sobre cómo enfrentar esta crisis que se nos ha venido encima. Que no nos creemos que se trate de un problema técnico como dicen los gobiernos neoliberales. No se trata de algunos banqueros y capitostes del sistema financiero que se han portado mal y eso ha traído consecuencias malas que se solucionarán con algunas medidas políticas “técnicas” como regalar miles de millones a los mismos que nos han metido en esta situación desastrosa.
Se trata más bien de un modelo productivo –el capitalismo en su fase de globalización neoliberal- basado en el aumento salvaje de la competitividad, la privatización de los servicios públicos, en la subordinación de todas las esferas de la vida a al mercado, el neocolonialismo y la destrucción del medio ambiente… el colapso tenía que llegar, y no pueden ser los mismos que nos han llevado a él los que nos saquen de esta situación.
En todo el mundo empiezan a levantarse luchas contra las consecuencias de la crisis, que está dañando especialmente a los sectores más desfavorecidos: trabajadores de la ciudad y el campo, mujeres, jóvenes y ancianos, etc. El Foro Social Mundial desarrollado en Belem (www.fsm2009amazonia.org.br) las pasadas semanas se hizo eco de estos movimientos que luchan por que las crisis la paguen los ricos, los que la han provocado. Y la asamblea de movimientos sociales llamó a una semana de lucha global contra el capitalismo y la guerra del 28 de marzo al 4 de abril. Y, en ese marco, una movilización el 28 de marzo frente a la reunión del G20.
En esta línea, el plenario del encuentro realizado en Madrid decidió sumarse a esa fecha de movilización, llamando a movilizar de forma masiva el 28 de marzo. Intentar que se convierta en una jornada que obligue al gobierno a cambiar su línea decidida de apoyo a los banqueros y grandes capitalistas, y que se garanticen los servicios públicos y se re-estatalicen los ya privatizados, que se amplíen las ayudas sociales a los sectores desfavorecidos, que se prohíba el despido, que se fomenten formas de producción respetuosas con el medio, que haya un control público de la banca, etc.
Ahora se trata de llevar a cada esquina del territorio del Estado español este llamado, a cada moviendo social, sindical, plataformas, etc. Aunque ya hay una serie de sindicatos de base que se han sumado, igualmente se consideró el intentar que los grandes sindicatos apoyen esta jornada, ya que en el Foro Mundial de Belem la Confederación Sindical Internacional firmó la convocatoria internacional de movilización para esa fecha.
En resumen, luchar por una serie de propuestas de urgencia –y otras que apuntan a otro modelo económico justo y no devorador del medio- que se irán puliendo en el próximo encuentro que se prevé que sea para abril.
Este 28 de marzo tenemos una cita muy importante para evitar que la salida de la crisis sea gestionada por la derecha populista y gobiernos entregados a la banca y el gran capital, como el español. Hay que conseguir que se movilice todo el mundo: trabajadores, estudiantes, amas y amos de casa, sindicatos todos, plataformas… a las calles ¡hasta enterrarlos en el mar!
¡Que la crisis la paguen los capitalistas, porque ellos son los culpables!
miércoles, 25 de febrero de 2009
23 F: El día más difícil del Rey (A propósito de la miniserie realizada y emitida recientemente por Televisión Española)
Javier Fernández Ortega / Rebelion
23F, el día más difícil del Rey es una a (1). Pero también, como espero poder demostrar, es dos cosas más: la consolidación de una imagen pública creada y una ficción familiar televisiva.
Breve cronología
En 1947, la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado define la forma política del estado Español como reino, y otorga a Franco -como Jefe de Estado- la potestad de elegir sucesor, con el título de rey o regente, en cualquier momento. En 1948, Juan Carlos de Borbón, el nieto de 10 años de Alfonso XIII es recibido en el Pardo por el dictador y da comienzo su educación según los deseos de Franco.
En 1953 se estrena Vacaciones en Roma.
Con el Plan de Estabilización de 1959 se inicia a la etapa desarrollista del tardofranquismo en España. En 1961, tras un accidente de caza, Franco comienza a considerar seriamente la necesidad de nombrar un sucesor.
En 1962 se estrena La gran familia. Su secuela, La familia y uno más, llega a los cines en 1965.
En 1969, Franco escoge a Juan Carlos de Borbón como su sucesor en la jefatura del Estado; ese mismo año, el ahora Príncipe jura fidelidad a los principios del Movimiento en las Cortes.
De la monarquía absoluta a la constitucional: el caso de España
Desde Kantorowitz (2) sabemos que una de las principales fuentes de legitimidad para la monarquía durante la edad Media y la edad Moderna era la disociación, en dos realidades diferenciadas, de la figura del monarca: como institución eterna e inmutable, por un lado, y como encarnación terrena y temporal de esa misma institución, por otro. Este eficaz sistema permitía que el comportamiento tiránico o pusilánime de algunos reyes no empañara el oficio sagrado e instituido por Dios de la monarquía. También frenaba las ansias de rebeldía de nobles levantiscos y campesinos hambrientos en situaciones de vacío de poder, como las minorías de edad de los reyes o las regencias. En líneas generales, podríamos decir que hasta la Revolución francesa, la monarquía era el sustento simbólico de cada monarca particular, el cual se apoyaba en la tradición secular de la institución y en la gran cantidad de doctrina política que se había construido en torno a ella para afianzar su poder temporal.
Cuando los valores de la Ilustración triunfan, el carácter sagrado de la monarquía es el primero en caer. Ya hubo antes otros reyes ajusticiados, pero cuando se ejecutó en la guillotina a Luis XVI, el verdugo anunció a las masas su nombre de esta manera: citoyen Louis Capet. El rédito político de esa ejecución fue mucho más allá que el de un mero magnicidio: constituyó la liquidación del Antiguo Régimen. Antes de que la cuchilla segara el cuello del rey, la Francia revolucionaria había degradado al monarca a mero citoyen, ciudadano. Y así la Ilustración demostró, tras mucho esfuerzo, que el rey era uno más.
A partir de entonces podría haber monarcas, pero la monarquía en su sentido clásico, sagrado e intocable había desaparecido. Los estados burgueses permitirían la existencia de monarcas siempre y cuando estos basaran la legitimidad de su poder en otro lugar muy distinto: el constitucionalismo, el parlamentarismo o las reglas del juego político. Entre otras razones, de esta forma pudo pervivir la monarquía en Inglaterra: incardinándose con fuerza en la protección del Estado, de un Estado que debía servir como árbitro para el turnismo político y como garante del orden constituyente, previo y anterior al ejercicio de la gestión gubernamental.
En España, en cambio, la situación fue muy otra. La inestabilidad política impidió en todo momento que la monarquía se atribuyera ese papel, y su legitimidad quedó en manos de la tradición –propia del Antiguo Régimen-, hasta tal punto que el intento más serio para adoptar el modelo inglés durante la Restauración acabó provocando el colapso del sistema político y el advenimiento de una dictadura -la de Primo de Rivera- con la connivencia de Alfonso XIII. Con estos antecedentes, y el larguísimo espacio de tiempo que media entre 1931 y 1975, a la muerte de Franco la monarquía en España necesitaba reinventarse.
Como institución, estaba plenamente desacreditada: el último rey había tenido que exiliarse ante la presión popular tras caer la dictadura que él mismo instigó. Y a pesar de que las fuerzas conservadoras habían “vencido” en la Guerra Civil, Juan de Borbón vio sus derechos al trono impedidos por un militar: ni siquiera entre la derecha en el poder se hacían concesiones a la monarquía. Como árbitro del juego político y garante del orden, algo que la monarquía nunca había sido, estaba completamente excluida.
Pero esta situación tenía también ciertas ventajas, más concretamente dos. En primer lugar, la necesidad de reinventar la monarquía sin el estorbo de una tradición heredada permitía hacerlo en los términos exactos para que se consiguiera maximizar el apoyo popular. Esto es lo que he llamado la creación de una imagen pública. En segundo lugar, el truncamiento de la línea dinástica permitía una refundación del linaje real que convenía muy mucho a la legitimidad de la monarquía. Esta segunda ventaja es, creo, la que explica por qué 23F sólo podía realizarse desde el prisma de la ficción familiar.
La creación de una imagen pública
Crear la monarquía posfranquista fue una cuestión de imagen pública. Reinstaurar el modelo monárquico sin apoyo tradicional ninguno implicaba una inversión absoluta de los principios que la tradición monárquica usaba para apuntalar la legitimidad de la Corona. Pero esa inversión ha resultado ser, precisamente, la que ha garantizado en un espacio breve de tiempo la consolidación de una imagen pública intocable e inviolable.
Mencionaba antes el estreno de Vacaciones en Roma en el 53: no en vano, es una película en la que se trata, de manera mucho más amable, de la liquidación de la tradición. La princesa Ann de la película (Audrey Hepburn) escapa del encorsetado mundo de palacio para vivir aventuras junto a un periodista americano (Gregory Peck) bajo el nombre -deliberadamente anodino- de Anya Smith. La princesa Ann era a Luis XVI lo que Anya Smith al citoyen Louis Capet. En 1956, Grace Kelly se casaba en Mónaco con el príncipe Rainiero: una actriz emparentaba con la realeza, y la realeza emparentaba con el cine. Empiezan entonces a multiplicarse las historias sobre los miembros de una familia real como individuos atrapados por el peso hereditario de la monarquía y que sólo ansían la liberación de los protocolos y la posibilidad de vivir una vida más sencilla: tal mitología aún pervive hoy (como en la tragedia de Lady Di tal y como nos ha sido contada, o la reciente e infame película Princesa por sorpresa). Los valores de la Ilustración, elevados ya a rango de axioma natural, previo a toda reflexión crítica, podían permitirse una mirada piadosa hacia la monarquía. Efectivamente, el rey es uno más (y, en algunos casos, uno más -Grace Kelly, Letizia Ortiz- puede estar cerca del rey) Y esto, que durante siglos fue un arma para desalojar al trono del poder absoluto, hoy se convierte en un puntal más de su legitimidad.
Si algo define a la cultura de masas en su vertiente de culto a la personalidad es la empatía, la identificación plena de los adoradores con la figura pública. Conocer su casa, su familia, su desgraciada historia sentimental, sus planes de futuro o su agenda dominical. El apoyo a una figura pública requiere de esa especie de anagnórisis catártica que permite reconocer en el admirado líder los rasgos de nuestra propia figura.
Así pues, en España, se fue construyendo a partir de la transición una imagen pública del rey que orbitó en base a estos principios de identificación y acercamiento. Su llegada al poder, su asunción de la jefatura del estado, su compromiso con la apertura del régimen y su actuación en el 23F son las razones políticas que se dan para justificar el abrumador apoyo que recibe el monarca hoy. En mi opinión, esto es matizable: el esfuerzo propagandístico de creación de imagen fue simultáneo a esas -cuanto menos no tan decididas y valientes- decisiones políticas y tuvo una fuerza que rara vez se tiene en cuenta y que permite afirmaciones tan usuales como las de que el Rey es campechano o el inaudito blindaje mediático que existe en torno a la familia real.
Sin embargo, la afirmación que en mi opinión resume los ejes de la reinstauración de la monarquía en España es una habitual de nuestras tertulias televisivas: yo no soy monárquico, soy juancarlista. Esto es, exactamente, la inversión del proceso descrito por Kantorowitz: entonces la monarquía -como institución- legitimaba al monarca -como individuo-. Hoy, el individuo legitima a la institución. El esfuerzo publicitario centrado en la persona de Juan Carlos de Borbón fue tan poderoso como para poder resucitar una entidad política desacreditada, enfangada por la historia y desdeñada hasta por la propia derecha. Y el secreto de su imposición sin apenas disenso a treinta años de la Transición no estriba tanto en la figura del Rey como hombre de Estado, sino en su figura como hombre del pueblo.
Familia y monarquía: la ficción familiar
La monarquía es una institución doméstica, que organiza sus labores de representación en torno a una férrea estructura familiar. En primer lugar porque la existencia de una familia real es garantía de la continuidad del orden establecido -al asegurar la sucesión- y en segundo lugar porque la familia “extensa” de esa figura patriarcal que es el monarca (el pueblo) exige un microcosmos familiar en el que ver reflejadas las características positivas de su rey: o dicho de otro modo, sólo mediante la comprobación de lo “buen padre” que es el rey alcanzamos a comprender cómo puede ser también un “buen padre” para el pueblo, o para nosotros. Y viceversa.
Ahora bien, en esa labor de refundación de la monarquía que se produce en España tras la muerte de Franco, el modelo familiar que mayores beneficios políticos podía ofrecer a la aún tambaleante institución de la corona era bien distinto al de las tradicionales casas reales europeas. En este caso ya no se trataba tanto de la majestad como de la familiaridad, puesto que esa nueva imagen de cercanía que se venía imponiendo desde Zarzuela lo implicaba. Si el Rey era uno más, su familia también debería ser una más. Y él, un padre más. Nuevamente se produce la inversión de un principio tradicional de legitimidad monárquica: la exclusiva superioridad de la casta reinante, con sus enlaces dinástico-familiares y sus atribuciones sobrehumanas se transmuta en la naturalidad y la sencillez de una familia que es como tu familia o como mi familia con la única salvedad de que en lugar de en tu casa o en la mía viven en un palacio.
La gran familia , esa película que expresa en sí misma todos los valores familiares del franquismo desarrollista (empezando por la alta productividad... de hijos) nos ayuda a comprender el modelo que, estratégicamente, le convenía seguir a la familia real en la configuración de su imagen pública. Y ese modelo incide sobre todo en una suerte de adaptabilidad esencialista que garantiza que, aunque el contexto social cambie, los valores familiares respetados y amados por todos permanezcan inmutados. No podía ser de otro modo en la década de los 60, con la progresiva aceleración de procesos históricos y sociales que, sin embargo, no pueden afectar a la familia como institución. Este modelo familiar será el núcleo de las sucesivas ficciones familiares cuya estructura puede resumirse así: todo conflicto dramático o narrativo debe tratarse en el núcleo de la organización familiar. Todo problema social, por ende, se filtra a través de la familia. En España, el modelo ha tenido continuidad: desde Médico de Familia hasta la más reciente Cuéntame, las ficciones familiares han permanecido como uno de los principales productores de roles de nuestro sistema cultural.
Ahora bien, ambas características son de mucho interés. En primer lugar, la capacidad de una institución para adaptarse a los cambios externos sin variar en esencia su funcionamiento y estructura tradicionales es algo que tanto el modelo familiar al que aludo como la monarquía española refundada tienen en común: es natural, por tanto, que se diera entre ambas una unión sin fisuras. Por otro lado, el modelo televisivo de la ficción familiar permeará enormemente en la imagen pública de la familia real, hasta tal punto que 23F beberá directamente de códigos televisivos manidos para relatar la intrahistoria familiar de un golpe de Estado.
23F: El día más difícil del Rey
Es con estos dos ejes en mente (la creación de una imagen pública y el modelo de ficción familiar) con los cuales creo que cabe enfrentarse cabalmente a esta producción televisiva. Ambos rasgos aparecen nítidamente en los diez primeros minutos de metraje. Así, la primera escena es un desayuno en la Zarzuela. El rey, su esposa y sus hijos están sentados alrededor de una mesa no excesivamente protocolaria. Abundan los besos y las carantoñas, las encantadoras caras de sueño de los niños, la charla insustancial de los padres. Los conflictos son escasos: al joven Felipe le han encargado una redacción en el colegio y su padre se presta a ayudarle con los deberes. Una de las dos infantas, rozando ya la adolescencia, protesta por no poder ir a una fiesta. Sofía recela, aunque el rey admite que inevitablemente los niños crecen muy rápido. Felipe no oculta su alegría porque esa mañana su madre podrá llevarles al colegio. Antes de marcharse los niños besan afectuosamente a su padre y éste se permite un pellizco amable y afectuoso a la reina. Son, sin duda, una familia (televisiva) como cualquier otra.
La segunda escena nos muestra al rey en su despacho con el jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo. Tras una llamada del general Armada al rey, Fernández Campo muestra su desconfianza hacia el militar. Dice: “Desconfío de los militares que se meten en política. Ya hemos tenido bastante de eso en este país”. (Sabino Fernández Campo, por otro lado, es general; el rey, Capitán General de los tres ejércitos). El rey responde diciendo que a él y a su familia también les han hecho los militares mucho daño, y que no nació en Roma por gusto. Es una frase rápida que puede pasar desapercibida y lo más probable es que el guionista no fuera consciente de lo que estaba poniendo en boca del monarca en ese momento. Pero analicemos despacio sus implicaciones.
Alfonso XIII se exilia en 1931 y naturalmente también su hijo Juan, heredero al trono. Es la llegada de la República la que aleja a los Borbones de España, y la que, en última instancia provocará que Juan Carlos nazca en Roma en 1938 (3). Sin embargo, tal y como está planteada la conversación en 23F, parece que se asimila la historia del rey a la de otros exiliados, los republicanos. Lo cual es una pirueta inconsciente maravillosa, pues convierte a Juan Carlos, sucesor de Franco, en algo así como un republicano exiliado, y permite entroncar históricamente la ya de por sí mitificada II República con la no sé si más mitificada monarquía posfranquista.
Por supuesto, este desliz sólo tiene sentido en un producto televisivo que es la culminación de un proceso de creación de imagen que ha convertido al rey en alguien asimilable a todo lo “históricamente” bueno –como la República, el constitucionalismo, la democracia o la campechanía-, aunque eso produzca dislates de gran calibre.
Lo que queda claro es que una serie como 23F sólo puede realizarse una vez que esa creación de imagen ha concluido con éxito y ésta se ha impuesto como la hegemónica en la cultura y la percepción histórica de los españoles. En este sentido, la serie no se crea como un intento propagandístico, sino como un relato pos-propaganda, una crónica realizada por y para gente que ha asimilado, mucho tiempo atrás, la propaganda ejercida desde Zarzuela. Y por eso, 23F es un producto cultural mucho más interesante que un panfleto hagiográfico, porque muestra cómo nos contamos lo que nos pasa: no propone ni publicita; asegura y reafirma.
En este sentido, la historia de 23F es ejemplar. Si la idea generalizada es que ese día el rey salvó la democracia, la serie intentará contarnos exactamente eso. Por eso su clímax no es el fracaso del golpe de Estado, con los guardias civiles abandonando el Congreso, sino el discurso televisivo del rey, su apoteosis místico-democrática. Una vez llegado este momento, la serie (subtitulada El día más difícil del Rey) sólo puede terminar: todo el esfuerzo dramático ha llevado a ese momento en el que el rey vuelve a tomar las riendas del Estado, pone orden en su casa y después se va a dormir (4).
Pero el día más difícil del rey fue también aquel en el que sufrió ciertas traiciones personales. Como decía antes, el modelo de ficción familiar exige que todo problema social sea filtrado por lo familiar, por lo privado, y 23F no es una excepción. Así, la serie nos muestra el devastador efecto emocional que tuvo en Juan Carlos descubrir que el cerebro tras el golpe era el general Armada, al que consideraba amigo personal, y, por otro lado, su justa indignación ante el hecho de que los golpistas arguyeran actuar en su nombre.
Respecto al primero de los casos, el de la traición del amigo, se nos repite en varias ocasiones a lo largo de la serie que para el rey es muy difícil tener amigos. Como la princesa Ann de Vacaciones en Roma, debajo de la corona hay un individuo normal con necesidades normales, como la amistad. El tópico de la figura de poder solitaria planea durante toda la serie, mostrando al hombre de Estado cargando sobre sus espaldas, a la vez y con estoicismo, la responsabilidad de su cargo y la soledad que éste apareja: así la última escena de la serie, una vez acabado el discurso, muestra al rey uniformado, de pie junto a la mesa en la que acaba de mostrar su rechazo al golpe, fumando taciturno un cigarro en la habitación vacía.
El segundo de los casos es más dramático: el hecho de que los golpistas invocaran constantemente el nombre del rey. Lejos de extrañarnos porque los golpistas (sin sondear a la casa real, sin tener ni idea de la posible reacción del monarca) creyeran que el rey apoyaría su toma del poder, o de parecernos, por tanto, incoherente la explicación de que la tardanza en dar un discurso televisado hubiera sido consecuencia del miedo a que los golpistas tomaran la Zarzuela (5), 23F nos invita a indignarnos con el Rey, a mostrar toda nuestra civilizada rabia democrática ante el uso fraudulento que daban los golpistas a un nombre limpio.
Esa reacción visceral puede radiografiarse así: los golpistas dicen actuar en nombre del rey, mientras que el rey acude al respeto a la cadena de mando para dictar contraordenes que frenen el golpe de Estado. En consecuencia, la confrontación no se hace esperar, y 23F la resuelve del modo más dramático posible. En una llamada del rey a Milans del Bosch, éste asegura enfurecido que no consentirá el golpe de Estado y que si quieren hacerle callar tendrán que ejecutarlo. Por supuesto, no hay constancia de tales palabras: es una licencia narrativa, pero funciona estructuralmente como el momento en el que la confrontación entre el rey y los golpistas se materializa y produce por fin una resolución del conflicto, que, así planteado, no deja de ser un problema de incomunicación. Por lo general, los golpistas de 23F son personajes que rozan la caricatura (como Milans, interpretado por José Sancho); esta impresión se acentúa con el uso maniqueo de la música (el mismo tema siniestro cada vez que aparecen los conspiradores), la iluminación (oscura y asfixiante en los despachos de los militares golpistas o en el congreso donde Tejero espera la llegada de la autoridad militar superior) o la escenografía (hay un interesante juego de banderas: la constitucional aparece en la Dirección General de Seguridad y en la Zarzuela; la franquista, en los despachos de los militares), hasta el punto de dibujar a los golpistas como individuos enajenados, que no comprenden el alcance del cambio que se está produciendo en España y que han malinterpretado las intenciones democráticas del monarca.
Ésta, por supuesto, es una explicación simplista para lo que fue el 23F, pero está bastante extendida y en la serie funciona a costa de apoyarse en peligrosos sobreentendidos, el más flagrante de los cuales es el uso patrimonialista del ejército que se muestra. Y es que, por mucho que el artículo 8 de la constitución atribuya a las Fuerzas Armadas la responsabilidad de mantener el orden constitucional, en la serie parece que su cometido es obedecer ciegamente al rey. El golpe de Estado no es una traición por parte de algunos militares a su papel dentro de un estado de derecho, sino una traición a su comandante supremo. Y, en consecuencia, la idea que ha pervivido desde el 81 es que el rey usó algo que era de su propiedad para parar un golpe de Estado y devolvernos a la normalidad democrática. Nadie dice que aunque el rey hubiera apoyado a los golpistas el golpe habría seguido siendo ilegal; no, la grandeza del monarca, al parecer, estriba en que pudiendo usar al ejército (a un ejército patrimonializado) para afianzar su poder, resistió la tentación y nos regaló la democracia.
Pero como he dicho antes, todas estas ideas preconcebidas y “axiomas” históricos ya existían: 23F se dibuja sobre ellos como Cuéntame se dibuja sobre la mitología de la Transición. En nuestro caso, dependen exclusivamente de ese proceso de creación de imagen que tuvo en los primeros años de su reinado especial importancia, y en consonancia, 23F recurrirá a las emociones del monarca (la traición del amigo, la indignación por la usurpación de su nombre) para relatarnos un proceso histórico complejo. No es la única concesión: antes hablaba del modelo de ficción familiar, y 23F es un ejemplo de manual. El gran problema político del golpe de estado se convierte en un problema personal, y, por tanto, en familiar.
La familia actúa, como en cualquier otra ficción familiar, como sostén del patriarca. Así, son especialmente importantes las palabras de consuelo de Sofía (quien recuerda a su marido que España le necesita en este momento), la llegada de sus dos hermanas al palacio o la lacrimosa llamada de sus padres (a pesar de las tirantes relaciones entre Juan de Borbón y su hijo, en 23F todo parece perdonado porque prevalecen los valores familiares por encima de la realidad política e histórica).
Pero aun más importante es el aprendizaje que Felipe obtiene observando a su padre. Dado que, como dije al comienzo de la reseña, en España es hoy el monarca el que legitima la monarquía, cada rey requerirá de un proceso de creación de imagen propio e individualizado que permita justificar su posición. El de Felipe, futuro monarca, bien puede empezar como nos lo muestra 23F: observando, arrobado, el discurso de su padre ante las cámaras.
Notas:
(1) La cadena ha colgado los dos episodios en los que está dividida la serie en su página web.
(2) E. H. Kantorowicz, Los dos cuerpos del rey: un estudio de teología política medieval, Madrid: Alianza, 1985.
(3) En realidad la frase tendría mucho más sentido si se aclarara que Juan de Borbón fue enviado por Alfonso XIII a España en cuanto se produjo la rebelión militar del 36 con el objetivo de unirse a los fascistas. Si el general Mola no hubiera detenido al entonces príncipe de Asturias en Burgos y lo hubiera vuelto a expatriar, entonces el joven Juan Carlos podría haber nacido en España. Pero no creo que el guionista hilara tan fino como para querer poner en boca del Rey: “Los militares nos han hecho mucho daño a mí y a mi familia, como aquella vez en la que intentamos unirnos a un golpe de Estado fascista y los propios golpistas no nos dejaron”. (4) No fue el único. Es común, en los relatos de aquel día, oír eso de que una vez escuchado el discurso del Rey, la gente se fue a dormir tranquila. El último al que se lo he leído es al presidente del gobierno. Lo curioso es que ninguno aclara si el alivio que sintió fue por ver que el Rey no apoyaba el golpe. Lo cual, de ser así, diría mucho de la confianza que en aquel momento se tenía en el monarca. (5) Explicación que aun siendo cierta es preocupante, porque implica que el Rey habría preferido no posicionarse para salvar la integridad de su familia y la suya propia mientras los golpistas tomaban el Congreso, sacaban los tanques a la calle e intentaban instaurar un nuevo modelo de Estado en el que –sin duda- la represión contra los disidentes habría sido elemento esencial.
23F, el día más difícil del Rey es una a (1). Pero también, como espero poder demostrar, es dos cosas más: la consolidación de una imagen pública creada y una ficción familiar televisiva.
Breve cronología
En 1947, la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado define la forma política del estado Español como reino, y otorga a Franco -como Jefe de Estado- la potestad de elegir sucesor, con el título de rey o regente, en cualquier momento. En 1948, Juan Carlos de Borbón, el nieto de 10 años de Alfonso XIII es recibido en el Pardo por el dictador y da comienzo su educación según los deseos de Franco.
En 1953 se estrena Vacaciones en Roma.
Con el Plan de Estabilización de 1959 se inicia a la etapa desarrollista del tardofranquismo en España. En 1961, tras un accidente de caza, Franco comienza a considerar seriamente la necesidad de nombrar un sucesor.
En 1962 se estrena La gran familia. Su secuela, La familia y uno más, llega a los cines en 1965.
En 1969, Franco escoge a Juan Carlos de Borbón como su sucesor en la jefatura del Estado; ese mismo año, el ahora Príncipe jura fidelidad a los principios del Movimiento en las Cortes.
De la monarquía absoluta a la constitucional: el caso de España
Desde Kantorowitz (2) sabemos que una de las principales fuentes de legitimidad para la monarquía durante la edad Media y la edad Moderna era la disociación, en dos realidades diferenciadas, de la figura del monarca: como institución eterna e inmutable, por un lado, y como encarnación terrena y temporal de esa misma institución, por otro. Este eficaz sistema permitía que el comportamiento tiránico o pusilánime de algunos reyes no empañara el oficio sagrado e instituido por Dios de la monarquía. También frenaba las ansias de rebeldía de nobles levantiscos y campesinos hambrientos en situaciones de vacío de poder, como las minorías de edad de los reyes o las regencias. En líneas generales, podríamos decir que hasta la Revolución francesa, la monarquía era el sustento simbólico de cada monarca particular, el cual se apoyaba en la tradición secular de la institución y en la gran cantidad de doctrina política que se había construido en torno a ella para afianzar su poder temporal.
Cuando los valores de la Ilustración triunfan, el carácter sagrado de la monarquía es el primero en caer. Ya hubo antes otros reyes ajusticiados, pero cuando se ejecutó en la guillotina a Luis XVI, el verdugo anunció a las masas su nombre de esta manera: citoyen Louis Capet. El rédito político de esa ejecución fue mucho más allá que el de un mero magnicidio: constituyó la liquidación del Antiguo Régimen. Antes de que la cuchilla segara el cuello del rey, la Francia revolucionaria había degradado al monarca a mero citoyen, ciudadano. Y así la Ilustración demostró, tras mucho esfuerzo, que el rey era uno más.
A partir de entonces podría haber monarcas, pero la monarquía en su sentido clásico, sagrado e intocable había desaparecido. Los estados burgueses permitirían la existencia de monarcas siempre y cuando estos basaran la legitimidad de su poder en otro lugar muy distinto: el constitucionalismo, el parlamentarismo o las reglas del juego político. Entre otras razones, de esta forma pudo pervivir la monarquía en Inglaterra: incardinándose con fuerza en la protección del Estado, de un Estado que debía servir como árbitro para el turnismo político y como garante del orden constituyente, previo y anterior al ejercicio de la gestión gubernamental.
En España, en cambio, la situación fue muy otra. La inestabilidad política impidió en todo momento que la monarquía se atribuyera ese papel, y su legitimidad quedó en manos de la tradición –propia del Antiguo Régimen-, hasta tal punto que el intento más serio para adoptar el modelo inglés durante la Restauración acabó provocando el colapso del sistema político y el advenimiento de una dictadura -la de Primo de Rivera- con la connivencia de Alfonso XIII. Con estos antecedentes, y el larguísimo espacio de tiempo que media entre 1931 y 1975, a la muerte de Franco la monarquía en España necesitaba reinventarse.
Como institución, estaba plenamente desacreditada: el último rey había tenido que exiliarse ante la presión popular tras caer la dictadura que él mismo instigó. Y a pesar de que las fuerzas conservadoras habían “vencido” en la Guerra Civil, Juan de Borbón vio sus derechos al trono impedidos por un militar: ni siquiera entre la derecha en el poder se hacían concesiones a la monarquía. Como árbitro del juego político y garante del orden, algo que la monarquía nunca había sido, estaba completamente excluida.
Pero esta situación tenía también ciertas ventajas, más concretamente dos. En primer lugar, la necesidad de reinventar la monarquía sin el estorbo de una tradición heredada permitía hacerlo en los términos exactos para que se consiguiera maximizar el apoyo popular. Esto es lo que he llamado la creación de una imagen pública. En segundo lugar, el truncamiento de la línea dinástica permitía una refundación del linaje real que convenía muy mucho a la legitimidad de la monarquía. Esta segunda ventaja es, creo, la que explica por qué 23F sólo podía realizarse desde el prisma de la ficción familiar.
La creación de una imagen pública
Crear la monarquía posfranquista fue una cuestión de imagen pública. Reinstaurar el modelo monárquico sin apoyo tradicional ninguno implicaba una inversión absoluta de los principios que la tradición monárquica usaba para apuntalar la legitimidad de la Corona. Pero esa inversión ha resultado ser, precisamente, la que ha garantizado en un espacio breve de tiempo la consolidación de una imagen pública intocable e inviolable.
Mencionaba antes el estreno de Vacaciones en Roma en el 53: no en vano, es una película en la que se trata, de manera mucho más amable, de la liquidación de la tradición. La princesa Ann de la película (Audrey Hepburn) escapa del encorsetado mundo de palacio para vivir aventuras junto a un periodista americano (Gregory Peck) bajo el nombre -deliberadamente anodino- de Anya Smith. La princesa Ann era a Luis XVI lo que Anya Smith al citoyen Louis Capet. En 1956, Grace Kelly se casaba en Mónaco con el príncipe Rainiero: una actriz emparentaba con la realeza, y la realeza emparentaba con el cine. Empiezan entonces a multiplicarse las historias sobre los miembros de una familia real como individuos atrapados por el peso hereditario de la monarquía y que sólo ansían la liberación de los protocolos y la posibilidad de vivir una vida más sencilla: tal mitología aún pervive hoy (como en la tragedia de Lady Di tal y como nos ha sido contada, o la reciente e infame película Princesa por sorpresa). Los valores de la Ilustración, elevados ya a rango de axioma natural, previo a toda reflexión crítica, podían permitirse una mirada piadosa hacia la monarquía. Efectivamente, el rey es uno más (y, en algunos casos, uno más -Grace Kelly, Letizia Ortiz- puede estar cerca del rey) Y esto, que durante siglos fue un arma para desalojar al trono del poder absoluto, hoy se convierte en un puntal más de su legitimidad.
Si algo define a la cultura de masas en su vertiente de culto a la personalidad es la empatía, la identificación plena de los adoradores con la figura pública. Conocer su casa, su familia, su desgraciada historia sentimental, sus planes de futuro o su agenda dominical. El apoyo a una figura pública requiere de esa especie de anagnórisis catártica que permite reconocer en el admirado líder los rasgos de nuestra propia figura.
Así pues, en España, se fue construyendo a partir de la transición una imagen pública del rey que orbitó en base a estos principios de identificación y acercamiento. Su llegada al poder, su asunción de la jefatura del estado, su compromiso con la apertura del régimen y su actuación en el 23F son las razones políticas que se dan para justificar el abrumador apoyo que recibe el monarca hoy. En mi opinión, esto es matizable: el esfuerzo propagandístico de creación de imagen fue simultáneo a esas -cuanto menos no tan decididas y valientes- decisiones políticas y tuvo una fuerza que rara vez se tiene en cuenta y que permite afirmaciones tan usuales como las de que el Rey es campechano o el inaudito blindaje mediático que existe en torno a la familia real.
Sin embargo, la afirmación que en mi opinión resume los ejes de la reinstauración de la monarquía en España es una habitual de nuestras tertulias televisivas: yo no soy monárquico, soy juancarlista. Esto es, exactamente, la inversión del proceso descrito por Kantorowitz: entonces la monarquía -como institución- legitimaba al monarca -como individuo-. Hoy, el individuo legitima a la institución. El esfuerzo publicitario centrado en la persona de Juan Carlos de Borbón fue tan poderoso como para poder resucitar una entidad política desacreditada, enfangada por la historia y desdeñada hasta por la propia derecha. Y el secreto de su imposición sin apenas disenso a treinta años de la Transición no estriba tanto en la figura del Rey como hombre de Estado, sino en su figura como hombre del pueblo.
Familia y monarquía: la ficción familiar
La monarquía es una institución doméstica, que organiza sus labores de representación en torno a una férrea estructura familiar. En primer lugar porque la existencia de una familia real es garantía de la continuidad del orden establecido -al asegurar la sucesión- y en segundo lugar porque la familia “extensa” de esa figura patriarcal que es el monarca (el pueblo) exige un microcosmos familiar en el que ver reflejadas las características positivas de su rey: o dicho de otro modo, sólo mediante la comprobación de lo “buen padre” que es el rey alcanzamos a comprender cómo puede ser también un “buen padre” para el pueblo, o para nosotros. Y viceversa.
Ahora bien, en esa labor de refundación de la monarquía que se produce en España tras la muerte de Franco, el modelo familiar que mayores beneficios políticos podía ofrecer a la aún tambaleante institución de la corona era bien distinto al de las tradicionales casas reales europeas. En este caso ya no se trataba tanto de la majestad como de la familiaridad, puesto que esa nueva imagen de cercanía que se venía imponiendo desde Zarzuela lo implicaba. Si el Rey era uno más, su familia también debería ser una más. Y él, un padre más. Nuevamente se produce la inversión de un principio tradicional de legitimidad monárquica: la exclusiva superioridad de la casta reinante, con sus enlaces dinástico-familiares y sus atribuciones sobrehumanas se transmuta en la naturalidad y la sencillez de una familia que es como tu familia o como mi familia con la única salvedad de que en lugar de en tu casa o en la mía viven en un palacio.
La gran familia , esa película que expresa en sí misma todos los valores familiares del franquismo desarrollista (empezando por la alta productividad... de hijos) nos ayuda a comprender el modelo que, estratégicamente, le convenía seguir a la familia real en la configuración de su imagen pública. Y ese modelo incide sobre todo en una suerte de adaptabilidad esencialista que garantiza que, aunque el contexto social cambie, los valores familiares respetados y amados por todos permanezcan inmutados. No podía ser de otro modo en la década de los 60, con la progresiva aceleración de procesos históricos y sociales que, sin embargo, no pueden afectar a la familia como institución. Este modelo familiar será el núcleo de las sucesivas ficciones familiares cuya estructura puede resumirse así: todo conflicto dramático o narrativo debe tratarse en el núcleo de la organización familiar. Todo problema social, por ende, se filtra a través de la familia. En España, el modelo ha tenido continuidad: desde Médico de Familia hasta la más reciente Cuéntame, las ficciones familiares han permanecido como uno de los principales productores de roles de nuestro sistema cultural.
Ahora bien, ambas características son de mucho interés. En primer lugar, la capacidad de una institución para adaptarse a los cambios externos sin variar en esencia su funcionamiento y estructura tradicionales es algo que tanto el modelo familiar al que aludo como la monarquía española refundada tienen en común: es natural, por tanto, que se diera entre ambas una unión sin fisuras. Por otro lado, el modelo televisivo de la ficción familiar permeará enormemente en la imagen pública de la familia real, hasta tal punto que 23F beberá directamente de códigos televisivos manidos para relatar la intrahistoria familiar de un golpe de Estado.
23F: El día más difícil del Rey
Es con estos dos ejes en mente (la creación de una imagen pública y el modelo de ficción familiar) con los cuales creo que cabe enfrentarse cabalmente a esta producción televisiva. Ambos rasgos aparecen nítidamente en los diez primeros minutos de metraje. Así, la primera escena es un desayuno en la Zarzuela. El rey, su esposa y sus hijos están sentados alrededor de una mesa no excesivamente protocolaria. Abundan los besos y las carantoñas, las encantadoras caras de sueño de los niños, la charla insustancial de los padres. Los conflictos son escasos: al joven Felipe le han encargado una redacción en el colegio y su padre se presta a ayudarle con los deberes. Una de las dos infantas, rozando ya la adolescencia, protesta por no poder ir a una fiesta. Sofía recela, aunque el rey admite que inevitablemente los niños crecen muy rápido. Felipe no oculta su alegría porque esa mañana su madre podrá llevarles al colegio. Antes de marcharse los niños besan afectuosamente a su padre y éste se permite un pellizco amable y afectuoso a la reina. Son, sin duda, una familia (televisiva) como cualquier otra.
La segunda escena nos muestra al rey en su despacho con el jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo. Tras una llamada del general Armada al rey, Fernández Campo muestra su desconfianza hacia el militar. Dice: “Desconfío de los militares que se meten en política. Ya hemos tenido bastante de eso en este país”. (Sabino Fernández Campo, por otro lado, es general; el rey, Capitán General de los tres ejércitos). El rey responde diciendo que a él y a su familia también les han hecho los militares mucho daño, y que no nació en Roma por gusto. Es una frase rápida que puede pasar desapercibida y lo más probable es que el guionista no fuera consciente de lo que estaba poniendo en boca del monarca en ese momento. Pero analicemos despacio sus implicaciones.
Alfonso XIII se exilia en 1931 y naturalmente también su hijo Juan, heredero al trono. Es la llegada de la República la que aleja a los Borbones de España, y la que, en última instancia provocará que Juan Carlos nazca en Roma en 1938 (3). Sin embargo, tal y como está planteada la conversación en 23F, parece que se asimila la historia del rey a la de otros exiliados, los republicanos. Lo cual es una pirueta inconsciente maravillosa, pues convierte a Juan Carlos, sucesor de Franco, en algo así como un republicano exiliado, y permite entroncar históricamente la ya de por sí mitificada II República con la no sé si más mitificada monarquía posfranquista.
Por supuesto, este desliz sólo tiene sentido en un producto televisivo que es la culminación de un proceso de creación de imagen que ha convertido al rey en alguien asimilable a todo lo “históricamente” bueno –como la República, el constitucionalismo, la democracia o la campechanía-, aunque eso produzca dislates de gran calibre.
Lo que queda claro es que una serie como 23F sólo puede realizarse una vez que esa creación de imagen ha concluido con éxito y ésta se ha impuesto como la hegemónica en la cultura y la percepción histórica de los españoles. En este sentido, la serie no se crea como un intento propagandístico, sino como un relato pos-propaganda, una crónica realizada por y para gente que ha asimilado, mucho tiempo atrás, la propaganda ejercida desde Zarzuela. Y por eso, 23F es un producto cultural mucho más interesante que un panfleto hagiográfico, porque muestra cómo nos contamos lo que nos pasa: no propone ni publicita; asegura y reafirma.
En este sentido, la historia de 23F es ejemplar. Si la idea generalizada es que ese día el rey salvó la democracia, la serie intentará contarnos exactamente eso. Por eso su clímax no es el fracaso del golpe de Estado, con los guardias civiles abandonando el Congreso, sino el discurso televisivo del rey, su apoteosis místico-democrática. Una vez llegado este momento, la serie (subtitulada El día más difícil del Rey) sólo puede terminar: todo el esfuerzo dramático ha llevado a ese momento en el que el rey vuelve a tomar las riendas del Estado, pone orden en su casa y después se va a dormir (4).
Pero el día más difícil del rey fue también aquel en el que sufrió ciertas traiciones personales. Como decía antes, el modelo de ficción familiar exige que todo problema social sea filtrado por lo familiar, por lo privado, y 23F no es una excepción. Así, la serie nos muestra el devastador efecto emocional que tuvo en Juan Carlos descubrir que el cerebro tras el golpe era el general Armada, al que consideraba amigo personal, y, por otro lado, su justa indignación ante el hecho de que los golpistas arguyeran actuar en su nombre.
Respecto al primero de los casos, el de la traición del amigo, se nos repite en varias ocasiones a lo largo de la serie que para el rey es muy difícil tener amigos. Como la princesa Ann de Vacaciones en Roma, debajo de la corona hay un individuo normal con necesidades normales, como la amistad. El tópico de la figura de poder solitaria planea durante toda la serie, mostrando al hombre de Estado cargando sobre sus espaldas, a la vez y con estoicismo, la responsabilidad de su cargo y la soledad que éste apareja: así la última escena de la serie, una vez acabado el discurso, muestra al rey uniformado, de pie junto a la mesa en la que acaba de mostrar su rechazo al golpe, fumando taciturno un cigarro en la habitación vacía.
El segundo de los casos es más dramático: el hecho de que los golpistas invocaran constantemente el nombre del rey. Lejos de extrañarnos porque los golpistas (sin sondear a la casa real, sin tener ni idea de la posible reacción del monarca) creyeran que el rey apoyaría su toma del poder, o de parecernos, por tanto, incoherente la explicación de que la tardanza en dar un discurso televisado hubiera sido consecuencia del miedo a que los golpistas tomaran la Zarzuela (5), 23F nos invita a indignarnos con el Rey, a mostrar toda nuestra civilizada rabia democrática ante el uso fraudulento que daban los golpistas a un nombre limpio.
Esa reacción visceral puede radiografiarse así: los golpistas dicen actuar en nombre del rey, mientras que el rey acude al respeto a la cadena de mando para dictar contraordenes que frenen el golpe de Estado. En consecuencia, la confrontación no se hace esperar, y 23F la resuelve del modo más dramático posible. En una llamada del rey a Milans del Bosch, éste asegura enfurecido que no consentirá el golpe de Estado y que si quieren hacerle callar tendrán que ejecutarlo. Por supuesto, no hay constancia de tales palabras: es una licencia narrativa, pero funciona estructuralmente como el momento en el que la confrontación entre el rey y los golpistas se materializa y produce por fin una resolución del conflicto, que, así planteado, no deja de ser un problema de incomunicación. Por lo general, los golpistas de 23F son personajes que rozan la caricatura (como Milans, interpretado por José Sancho); esta impresión se acentúa con el uso maniqueo de la música (el mismo tema siniestro cada vez que aparecen los conspiradores), la iluminación (oscura y asfixiante en los despachos de los militares golpistas o en el congreso donde Tejero espera la llegada de la autoridad militar superior) o la escenografía (hay un interesante juego de banderas: la constitucional aparece en la Dirección General de Seguridad y en la Zarzuela; la franquista, en los despachos de los militares), hasta el punto de dibujar a los golpistas como individuos enajenados, que no comprenden el alcance del cambio que se está produciendo en España y que han malinterpretado las intenciones democráticas del monarca.
Ésta, por supuesto, es una explicación simplista para lo que fue el 23F, pero está bastante extendida y en la serie funciona a costa de apoyarse en peligrosos sobreentendidos, el más flagrante de los cuales es el uso patrimonialista del ejército que se muestra. Y es que, por mucho que el artículo 8 de la constitución atribuya a las Fuerzas Armadas la responsabilidad de mantener el orden constitucional, en la serie parece que su cometido es obedecer ciegamente al rey. El golpe de Estado no es una traición por parte de algunos militares a su papel dentro de un estado de derecho, sino una traición a su comandante supremo. Y, en consecuencia, la idea que ha pervivido desde el 81 es que el rey usó algo que era de su propiedad para parar un golpe de Estado y devolvernos a la normalidad democrática. Nadie dice que aunque el rey hubiera apoyado a los golpistas el golpe habría seguido siendo ilegal; no, la grandeza del monarca, al parecer, estriba en que pudiendo usar al ejército (a un ejército patrimonializado) para afianzar su poder, resistió la tentación y nos regaló la democracia.
Pero como he dicho antes, todas estas ideas preconcebidas y “axiomas” históricos ya existían: 23F se dibuja sobre ellos como Cuéntame se dibuja sobre la mitología de la Transición. En nuestro caso, dependen exclusivamente de ese proceso de creación de imagen que tuvo en los primeros años de su reinado especial importancia, y en consonancia, 23F recurrirá a las emociones del monarca (la traición del amigo, la indignación por la usurpación de su nombre) para relatarnos un proceso histórico complejo. No es la única concesión: antes hablaba del modelo de ficción familiar, y 23F es un ejemplo de manual. El gran problema político del golpe de estado se convierte en un problema personal, y, por tanto, en familiar.
La familia actúa, como en cualquier otra ficción familiar, como sostén del patriarca. Así, son especialmente importantes las palabras de consuelo de Sofía (quien recuerda a su marido que España le necesita en este momento), la llegada de sus dos hermanas al palacio o la lacrimosa llamada de sus padres (a pesar de las tirantes relaciones entre Juan de Borbón y su hijo, en 23F todo parece perdonado porque prevalecen los valores familiares por encima de la realidad política e histórica).
Pero aun más importante es el aprendizaje que Felipe obtiene observando a su padre. Dado que, como dije al comienzo de la reseña, en España es hoy el monarca el que legitima la monarquía, cada rey requerirá de un proceso de creación de imagen propio e individualizado que permita justificar su posición. El de Felipe, futuro monarca, bien puede empezar como nos lo muestra 23F: observando, arrobado, el discurso de su padre ante las cámaras.
Notas:
(1) La cadena ha colgado los dos episodios en los que está dividida la serie en su página web.
(2) E. H. Kantorowicz, Los dos cuerpos del rey: un estudio de teología política medieval, Madrid: Alianza, 1985.
(3) En realidad la frase tendría mucho más sentido si se aclarara que Juan de Borbón fue enviado por Alfonso XIII a España en cuanto se produjo la rebelión militar del 36 con el objetivo de unirse a los fascistas. Si el general Mola no hubiera detenido al entonces príncipe de Asturias en Burgos y lo hubiera vuelto a expatriar, entonces el joven Juan Carlos podría haber nacido en España. Pero no creo que el guionista hilara tan fino como para querer poner en boca del Rey: “Los militares nos han hecho mucho daño a mí y a mi familia, como aquella vez en la que intentamos unirnos a un golpe de Estado fascista y los propios golpistas no nos dejaron”. (4) No fue el único. Es común, en los relatos de aquel día, oír eso de que una vez escuchado el discurso del Rey, la gente se fue a dormir tranquila. El último al que se lo he leído es al presidente del gobierno. Lo curioso es que ninguno aclara si el alivio que sintió fue por ver que el Rey no apoyaba el golpe. Lo cual, de ser así, diría mucho de la confianza que en aquel momento se tenía en el monarca. (5) Explicación que aun siendo cierta es preocupante, porque implica que el Rey habría preferido no posicionarse para salvar la integridad de su familia y la suya propia mientras los golpistas tomaban el Congreso, sacaban los tanques a la calle e intentaban instaurar un nuevo modelo de Estado en el que –sin duda- la represión contra los disidentes habría sido elemento esencial.
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